Los artículos que siguen fueron editados por "El socialdemócrata" que ofreció a los jóvenes la posibilidad de particiapr con trabajos referidos a temas tales como educación, política, religión, etc. El citado blog ha dejado de editarse por falta de participación de aquellos a los que estaba destinado. Hemos rescatado, sin embargo, cuatro artículos que merecían sobrevivir. No obstante nos ilusiona que nuevos aportes le den vida a este segundo capítulo que se inicia. Estáis invitados.
El tango "Cambalache" y el mundo actual
Ayudas a países en situación de posguerra.
Irak, el país, sus recursos, su historia y la guerra
La vigencia del Concilio Vaticano II
- El tango "Cambalache" y el mundo actual , por María Paz Trevisi
- [...]
Así, en ocasiones escuchamos tangos. Uno de ellos, Cambalache, trajo a colación algunos de nuestros temas habituales. Su autor, Enrique Santos Discépolo ya vislumbraba, a principios del siglo XX, lo que sería este mundo que nos toca vivir casi 100 años más tarde.
Su primer verso, que ya era para destacar: “que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también!...”, me dio la idea de vincular las injusticias que afectan nuestro diario vivir con el tango.
Una de ellas fue que la guerra de Irak, a la que hice jugar con “el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente”.
Otra idea, pensé, podría ser que andamos todos disfrazados de lo que no somos y la confusión es total; buscando en el tango encontré “vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos”También que la traición está a la orden del día, no se puede confiar en nadie; lo conecté con “hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor”.[...] - Ayudas a países en situación de posguerra. por María Paz Trevisi
- Acerca de los apoyos y ayudas que puede brindar la UE en la reconstrucción de países en situación de posguerra.
Las razones para participar en la reconstrucción de tales países.
El mundo nos compromete como nunca antes con sus carencias, pero también con las posibilidades que nos ofrece para asumir el rol preponderante al que estamos llamados gracias a la democracia y a la abundancia que impera en nuestros países de la UE.
Europa ha asumido que educarse ya no es sólo tomar conocimiento de datos que archivos mejores que el cerebro humano clasifican a la perfección. Es manejar la información críticamente para elaborar estrategias que favorezcan la toma de decisiones, que nos otorguen autonomía, que allanen nuestro camino a la cooperación, a la solidaridad y a la participación.[...] - Irak, el país, sus recursos, su historia y la guerra
- (Por Mª Paz Trevisi Lannoó), Abril de 2003, Real Colegio Alfonso XII
- Es muy grave lo que esta pasando ahora en el mundo y creo que merece unas líneas. Es un problema que nos involucra a todos y aunque algunos lo quieran ignorar, está ahí: la gente sigue muriendo injustamente.
Lo que quiero dar a conocer con este trabajo es que estamos pasando una guerra totalmente absurda (como todas las guerras), porque no sirve de nada matar a personas inocentes que son ajenas a las decisiones que toman los poderosos.
Yo, personalmente, no entiendo a la gente que esta a favor de esta masacre, principalmente porque no van a sacar nada bueno a cambio. Espero que con este trabajo extraigan suficientes conclusiones como para darse cuenta de que en el fondo están equivocados. No estoy, ni mucho menos, en contra, cada uno tiene libertad para pensar lo que quiera pero la muerte de gente siempre es injusta y eso no va a cambiar. - En el trabajo vamos a encontrar información sobre Irak. Se ha incluido porque es muy poco lo que se sabe de este país y aportará a las conclusiones. (http://maputrevisi.blogspot.com.es)
La vigencia del Concilio Vaticano II
por María
Paz Trevisi
I. Introducción: La escasez causal de disolución La segunda mitad del siglo XX ¿Se puede hablar de un mundo pre-conciliar y de otro post-conciliar?
II. El Concilio del Vaticano II. Parte general Los grandes temas del concilio y sus 10 palabras claves
III. Conclusiones
IV. Referencias
I. Introducción:
La segunda mitad del
siglo XX
El
Concilio tiene lugar en la década del sesenta.
Época están sucediendo en el mundo muchos acontecimientos que hemos de tener en
cuenta para así entender mejor los propósitos que el Concilio tenía in mente.
Europa se encuentra en vías
de recuperación después de la II Guerra Mundial y hay dos potencias hegemónicas:
EE.UU. y la URSS. EE.UU. -capitalista- está en pleno auge y representa la
libertad, mientras que la URSS, que se titula comunista, representa el oprobio
de una dictadura miserable.
La paz del mundo se
sostiene con el armamentismo: tanto EE.UU. como la URSS están fuertemente
armados. Aparece la GUERRA FRÍA, es decir, el equilibrio del poder de fuego
entre ambas potencias: si hubiera una contienda mundial desaparecería el mundo;
el poder atómico terminaría con la humanidad.
EE.UU. (el mundo
occidental) crece hacia un capitalismo en el que la competencia comienza a
concentrar capitales: aparece el monopolio librecambista, de capital familiar o
de sociedades industriales que invierten en la producción de bienes. El capital,
que comienza siendo nacional pasa a ser multinacional.
Crece así el dominio
imperial de EE.UU. sobre otros países que ceden ante la presión y el poderío del
capital. Estos monopolios que eran de capital familiar o de sociedades
industriales que invertían en la producción de bienes, pasan a ser MONOPOLIOS
IMPERIALISTAS: los bancos intervienen invirtiendo en las empresas y deciden
hacia donde debe dirigirse la inversión. Comienza a producirse lo que los
intereses económicos dictan y no lo que necesita la gente.
El empresario sigue
fabricando pero ya es el capital del banco inversor el que decide qué fabricar.
Si el banco pone el dinero, manda. Es así, por ejemplo, cómo la industria
farmacéutica transforma su producción en un mero negocio: sólo fabrica lo que el
mercado puede comprar. Poco importa que los africanos se mueran de hambre: si no
pueden pagar sus medicinas, no hay medicinas. (1)
Los que hasta este momento
habían sido países con personalidad propia (naciones-estado) pasan a depender
de dineros ajenos.
Mientras ocurre todo esto,
nadie escucha a la Iglesia.
El hombre occidental que
hasta este momento había vivido una vida fundamentada en los valores del
cristianismo –el amor, la misericordia, la verdad- (aunque las circunstancias
muchas veces pudieran con tales virtudes) de buenas a primeras comienza a ceder
ante una forma vida que lo arrolla: se populariza el coche, la televisión se
apodera de los hogares, se expande el crédito y se desnaturaliza una forma de
vida que abandona las virtudes que proclamara la iglesia, para adentrarse en la
frivolidad.
El hombre tiene que recrear
una senda por donde transitar sin perder de vista sus raíces cristianas y la
Iglesia no le ofrece una alternativa válida. Lo que había sido hasta entonces un
“encuentro saludable” entre los hombres ya no funciona más.
Aparece entonces Juan
XXIII, que convoca a un Concilio para renovar una iglesia que tiene que
implementar nuevas formas de acercamiento de sus fieles, crear un mallado donde
puedan seguir insertándose todos aquellos que quieran vivir una fe actualizada,
en fin, a abrirse para poder asistir a su militancia en un mundo que cambiaba
inexorablemente.
¿Se
puede hablar de un mundo pre-conciliar y de otro post-conciliar?
Hasta la década del
sesenta:
Venimos de un mundo con
roles definidos donde no se planteaba la necesidad de discutir acerca del bien y
del mal: a la izquierda los malos, a la derecha los buenos. El cura era el cura
en el templo y fuera de él; el matrimonio era estable; las guerras eran "por la
patria"; la economía se subordinaba a la política; el poder económico era
"nacional" y el imperialismo lo ejercían dos bloques antagónicos que, totalmente
armados, garantizaban la paz; la mujer se subordinaba al hombre; el abogado
creía en la justicia; los arquitectos construían casas y los ingenieros puentes;
los militares defendían "su" patria; los aviadores se jugaban la vida en cada
vuelo; la familia contenía a hijos y abuelos; los abuelos hablaban a los nietos;
el padre trabajaba y la madre era ama de casa; se escondía a los minusválidos;
los políticos eran honorables –respondían a la gente-; los maestros
enseñaban y transmitían los valores establecidos; los sindicalistas se morían
pobres; la tecnología no asustaba, se hablaba de "nación" y todo el mundo
entendía de qué se trataba; el inmigrante se asimilaba, y el éxito personal se
basaba en una buena memoria recopiladora de datos y una gran velocidad para
procesarlos... En fin, un mundo monológico y tranquilo, moral. El mundo del
“salva tu alma” (y que los demás se ocupen de las suyas) en el que cada cual
llegaba a Dios hablando directamente con Él).
Desde la década del
sesenta:
Pero de pronto marchamos
hacia un mundo nuevo, un mundo en el que todos sabemos de nuestro derecho de
participar en el diálogo. Un mundo abierto, participativo, en el que todo tiene
que ver con todo, en el que el hombre interactúa con la realidad; un mundo tan
diverso como antes pero que ahora se “ve”, está expuesto, aunque no todos sepan
de qué se trata. Como dice Umberto Eco: "un mundo promotor de actos de
libertad consciente que instalará al hombre como centro activo de una red de
relaciones inagotables entre las cuales él instaura la (suya) propia"; un
mundo ciudadano con roles indefinidos en el que se cuestiona todo. Todos somos
buenos y malos al mismo tiempo; el médico que "procesa" pacientes sin siquiera
revisarlos; el abogado que usa la justicia; arquitectos que hacen chalets
adosados; ingenieros que manejan redes informáticas o genes, según especialidad;
militares que actúan en guerras para salvar “otras patrias”; guerras que se
transmiten en vivo y en directo por la televisión; la familia sin abuelos y sin
chicos; el hombre que trabaja quince horas por día; la mujer que reclama algo
más que ser ama de casa; los minusválidos que se muestran por la calle y hasta
trabajan; los obreros que reclaman legalmente por sus derechos; la muerte de la
nación-estado; la política subordinada a la economía; los medios masivos que nos
actualizan la información al segundo; el ordenador, Internet, la globalización;
los sindicalistas que tuvieron que tranzar con el sistema; los políticos que han
perdido la iniciativa. En fin, un mundo en el que nada está en su lugar; un
mundo inquieto, que despierta al diálogo, en el que la gente comienza a ver que
han quedado al descubierto todas las mentiras (y las verdades) de aquel otro que
va quedando atrás. Y a darse cuenta de que, envueltos en la velocidad y la
precisión, deben desarrollar una gran imaginación para abordarlo. Ya no basta la
memoria ni ser listo. Hay que ser reflexivo, tener espíritu investigativo, saber
ubicar los datos, tener capacidad para descubrirlos, manipularlos, procesarlos,
adentrarse en la lógica que los anima, sus paraqués, antes que almacenarlos en
la memoria.
Con todo que este "nuevo" mundo que nos involucra nos ha alertado de nuestros
derechos y facilitado la búsqueda de soluciones, lejos estamos de una puesta en
común en la que el diálogo nos vuelque en los demás, que nos permita
reconocernos en los demás y que podamos poner en acto. El mundo del “salvémonos
juntos” porque ha perdido sentido mi salvación si en ella no me acompaña mi
hermano (en el que hablamos con Dios a través de nuestras actitudes para con
nuestro hermano)
Hay un antes y un después
del Concilio. El “después” que arrojaba luz sobre lo que significaba Cristo vivo
en cada uno de los hombres que lo siguieran, duró poco: Apenas hasta Pablo VI,
que junto con Juan XXIII fueron los grandes impulsores del Vaticano II. Esto no
obstante, echó raíces y hubo “duplicaciones” en América –Medellín y Puebla,
concilios americanos posteriores a Vaticano II que todavía siguen alentando los
principios que se impulsaran en éste-. Hay, sin embargo, otro “Después”
encarnado en Juan Pablo II y en el actual Benedicto XVI, que condenaron a la
iglesia posconciliar echando por la borda buena parte de los cambios que se
habían operado en su seno.
A la luz de lo que resulta
de los documentos de estos dos últimos papas, cualquiera diría que el derrumbe
del Vaticano II ha sido total.
¿Por qué ha sucedido esto?
La respuesta está en lo que cada cual piensa que ha sido Cristo. Es menester
apelar a Cristo más allá de su origen divino, que es cuestionable y queda
reservado al ámbito de la fe. Existe en ese Cristo un hombre que ha lanzado una
imagen de vida que ha transformado el mundo. No importa creer que sea hijo de
Dios. Basta con conocer su evangelio para reconocer que su divinidad es
irrelevante.
Este es uno de los cambios
más terribles que tiene que afrontar la Iglesia. Un Cristo no divino reconocido
por cualquiera que haya crecido en los valores que él impulsó más allá de su
divinidad. Y la jerarquía no puede autorizar un avance sobre sus valores divinos
so pena de destruirse el aparato que la sostiene.
Yo hablo de templo como
espacio institucional de la Iglesia. El templo es el lugar administrativo donde
se registran los hechos de la iglesia: desde un libro bautismo hasta las
limosnas que recibe, pasando por una presencia tangible de lugar de culto al que
tradicionalmente se ha acudido. La Iglesia está en cada uno de los que viven en
cristo; cada hombre es iglesia si vive en Cristo. Cada hombre, aunque no tenga
fe, si vive en Cristo, es Iglesia.
Se critica la violencia que
usó Cristo para echar a los mercaderes del TEMPLO. Él los echa del TEMPLO, no de
la IGLESIA. Cristo se violenta en el templo, no en la Iglesia. Se violenta en
nombre de la Iglesia en un templo que ya para entonces hay quien lo utiliza como
lugar de mercadeo. La clave de la violencia de Cristo radica en que ha
descubierto que han transformado su iglesia en un mercadillo. Es su intento por
mantener el templo en unidad indisoluble con la Iglesia: iglesia- templo. Está
claro que el Evangelio anticipa, de este modo, lo que está sucediendo hoy día.
II. El Concilio del Vaticano II
Parte
general
Pese a los
300.000 devotos que se reunieron en Roma con motivo de la muerte de Juan Pablo
II, nadie pone demasiada atención a lo que se hace en este ámbito y los que
“practican” –me refiero a los que asisten al templo- poco saben, entienden o
quieren enterarse de lo que pasa afuera, “allá” en el mundo. Aquellos que sin
“pertenecer” a la Iglesia –digamos los que no “practican”-, se sienten, sin
embargo IGLESIA (y luchan por serlo), se mueven por criterios más amplios, más
abarcativos de la realidad. Se trata de los que ponen en acto el evangelio a
veces hasta sin conocerlo, sin haberlo leído, y de los que habiendo pasado por
instituciones católicas – escuelas, colegios, asociaciones juveniles, etc.
-admiten, pese a renegar de ellas, el discurso humanista y la actitud que
conlleva SER católico. Poco importa ya la virginidad de la Virgen, los curas,
las monjas y el Papa. La gente con vocación por “el otro” pone en acto,
cotidianamente, su encuentro con los demás. Y poner en acto es “hacer” y el
hombre sabe que “es” a partir de lo que hace. Y ahí se acaba. Le basta con tener
presente al hermano; no lo impulsa la recompensa; vive en el otro y desde el
otro.
***
Si la
humanidad ha asistido a un acontecimiento fundamental en orden al cristianismo
durante el siglo XX ése ha sido el Concilio Vaticano II. Su influencia alentó
las inquietudes que comenzaban a aflorar en varias partes del mundo dándoles
aliento y acercándolas, como pocas veces antes había sucedido, a la catolicidad.
Parecía, finalmente, que, luego de una tortuosa historia en la que la Iglesia
había caído en la sospecha de ser partícipe solapada del poder que había
encumbrado en el mundo a los más detestable de la gobernanza y de un
encriptamiento que ponía de visita a su militancia el templo comenzaba a quedar
atrás y todos y cada uno volvíamos a un encuentro vívido en el que nos
reconocíamos como Iglesia.
Un Papa sencillo, de origen
campesino lo convocaba lanzando la idea de que era "como una flor espontánea de
una primavera inesperada". Su concilio era de diálogo, de apertura, de
reconciliación y de unidad; no debía ser un concilio para combatir algún error
doctrinal o alguna ideología anticristiana.
Juan XXIII encontraba una
Iglesia institucional muy encerrada, atrincherada en su ciudadela santa, con
mentalidad muy eurocéntrica y fuerte centralismo "romano". Pero esta misma
Iglesia estaba siendo provocada por una serie de fermentos internos y
externos que le exigían definirse.
Estaban los fermentos
internos como el renacimiento de los estudios bíblicos en los años 30, la
renovación catequística y litúrgica, la Acción católica y los nuevos impulsos
misioneros...
Estaban los fermentos
externos pero muy cercanos a la misión de cada cristiano y de la Iglesia
entera: el ansia de la reconstrucción y del progreso después de la II Guerra
Mundial, el nacer de los dos grandes bloques y el comienzo de la guerra fría, el
tema del armamentismo y de la falta de recursos para los países más pobres, el
neo-colonialismo y el racismo, la explotación del tercer mundo...
Sin embargo, las
sugerencias de los obispos para el nuevo Concilio, recogidas en todo el mundo a
lo largo de 1959 y 1960, mostraban que la jerarquía eclesiástica no había
todavía tomado el pulso de esta situación y no había recogido la mayoría de
estos desafíos. En la Curia romana se estaban preparando los documentos previos
al Concilio sin seguir la orientación que el Papa quería darle. Se prefería
desoír la voz de la renovación y del diálogo para volver a atrincherarse en el
dogma y en las cuestiones internas.
El Concilio habría de
considerar la herencia de veinte siglos de cristianismo como algo que, por
encima de todas las controversias, se ha convertido en patrimonio común de toda
la humanidad. Y precisamente por eso, decía él, no se trata de conservar
atrapados por lo antiguo; por el contrario hay que realizar, con alegría y sin
temor, la obra que requiere nuestro tiempo.(2)
Cuatro años de debates
El
Concilio había sido inspirado y convocado: establecer el papel y la misión de la
Iglesia en el mundo; un camino abierto a la "reforma permanente" de la Iglesia
para presentar de una manera nueva el mensaje cristiano;
una prueba de confianza en el ser humano y en su dignidad. Juan XXIII a menudo
repetía: "Preocupémonos por lo que une, y dejemos aparte, lo que nos divide".
El episcopado había
sostenido que no existían herejías que amenazasen a la Iglesia; había pedido y
conseguido una sana libertad de investigación para los exegetas, sin declarar
sistemáticamente sospechosos de herejía a los estudiosos que trataban de
conciliar la fidelidad a la Iglesia y la fidelidad a la ciencia; había
manifestado la voluntad de expresarse en un lenguaje incomprensible para los
hombres de hoy, un lenguaje pastoral; finalmente, había tenido en cuenta la
exigencia de un diálogo con los cristianos separados.
El lunes de Pentecostés, el
3 de junio de 1963, el Papa Bueno moría, pero el nuevo Papa, Pablo VI retomaba
con entusiasmo la antorcha del Concilio, convocando inmediatamente una segunda
sesión para los últimos meses del mismo año. La tercera y cuarta sesión serán
respectivamente en los últimos trimestres de 1964 y 1965.
Los
grandes temas del Concilio
- El primer tema sobre el
cual trabajó el Concilio fue la Liturgia.
Este fue el único texto
preparatorio que había sido bien acogido por los padres conciliares. Los
expertos que habían preparado el texto eran todos animadores reconocidos del
movimiento litúrgico. La Curia romana no había podido frenar y modificar sus
propuestas renovadoras que desde unas décadas ya se venían debatiendo en
prestigiosos círculos de estudios litúrgicos.
Gracias a este documento,
la Iglesia en todo el mundo pasó rápidamente de la lengua latina a los
idiomas nacionales; se subrayó la importancia de la Iglesia local y de la
liturgia de la Palabra.
El documento conciliar
sobre la liturgia fue el primero en ser aprobado con 2.147 obispos a favor y
sólo 4 contrarios, el 4 de diciembre de 1963. Pocos meses después, con la
cuaresma de 1964 la Reforma litúrgica entraba en vigor en todo el mundo.
El día 7 de julio de 2007, el Papa Benedicto XVI ha publicado un documento en forma de Motu Proprio, con el cual autoriza que, junto a la Liturgia romana renovada por el Papa Pablo VI según las directrices del Concilio Vaticano II, un uso más amplio del Misal anterior a dicha reforma. Dado el carácter extraordinario de esta decisión, que puede prestarse a interpretaciones inexactas, no es de extrañar que en los medios de comunicación haya sido planteada a veces con matices que no responden a la verdad. Con estas líneas se intenta precisar algunos aspectos de esta delicada cuestión, que toca nada menos la fe de los cristianos, en cuanto, según el antiguo proverbio, la ley de la oración tiene una notable influencia en la ley de la fe.
Benedicto XVI
escribe en la carta que de ahora en adelante no hay dos ritos, sino "un doble
uso del único y mismo rito". (3)
- La Comunicación y de
los Medios de comunicación social fue otro de los temas considerados en las
primeras etapas del Concilio. Este desvío "moderno" fue enfrentado por los
obispos subrayando la importancia y también los peligros. Se proclama el
derecho a la información, que deberá surgir de la verdad, de la justicia y del
amor. También se subraya la importancia de la opinión pública y la formación
crítica en el uso de los medios.
- Pero el tercer documento
en ser aprobado es sin duda el más importante de todos. Se trata de la
Constitución conciliar sobre la Iglesia titulada en latín "Lumen Pentium”
(La luz de los pueblos). Ya el cardenal Gian Battista Montini (el futuro
Papa Pablo VI), había lanzado al comienzo del Concilio la famosa interrogante:
"¿Iglesia, qué dices de ti misma?"
Ahora, después de largas
sesiones y debates, los obispos casi por unanimidad (2.151 a favor y 5 en
contra) contestaban al mundo entero: brillando con la luz de Cristo, la Iglesia
es el signo ("sacramento") de la unidad del género humano. La Iglesia,
presentada en la Biblia con muchas imágenes (rebaño, campo, viña, edificio,
templo, ciudad santa, como germen que crece y como cosecha...), se fundamenta en
la palabra y en la obra de Cristo, de cuyo Reino representa el comienzo en la
tierra.
La Iglesia, cuerpo místico
y pueblo de Dios en camino, es al mismo tiempo comunidad visible y espiritual.
El Concilio habla de la Iglesia Pueblo de Dios, que todos los seres humanos
están llamados a integrar; luego explica la función de los obispos, sacerdotes y
diáconos y presenta un capítulo entero dedicado a los laicos.
Después de explicar que
todos en la Iglesia están llamados a la santidad presenta el llamado específico
de los religiosos. El documento termina con un importante capítulo dedicado a la
Virgen María, Madre de la Iglesia.
- En 1964 se aprueba el
Decreto sobre el ecumenismo, otro de los grandes temas que caracterizaron la
asamblea conciliar.
Algunos
“teólogos” de la Liberación, están acusando a Benedicto XVI de enterrar el
Concilio Vaticano II. Según otros, esto es una exageración. Se está celebrando
el entierro antes de la muerte del enfermo que, aunque muy aquejado de las
piernas, aún no las estiró, después del suspiro final. En esta agonía, y en
medio de la disputa sobre si el Vaticano II va o no a ser enterrado por
Benedicto XVI, el Papa pronunció un nuevo discurso, muy importante, en el cual
golpeo —¿o derrumbó?— dos columnas fundamentales del ecumenismo propiciado por
este Concilio.
Fue el
miércoles pasado, 21 de marzo, durante su predicación semanal en una Audiencia
General que él habló de San Justino y de las famosas
“semillas del Verbo”.
(4)
- En 1965 se aprueban
muchos otros decretos: sobre los obispos, los presbíteros, la vida
religiosa, la formación sacerdotal, la educación cristiana; sobre las religiones
no cristianas y la libertad religiosa; sobre el apostolado de los laicos y sobre
la actividad misionera.
- Completan los trabajos
del Concilio otras 2 Constituciones (documentos más importantes): la
Constitución dogmática sobre la Revelación divina en la Biblia manifiesta la
importancia que este Concilio vuelve a asignarle a la Palabra de Dios revelada
en la Biblia. El mismo Juan XXIII ordenó retirar el primer texto sobre el tema
que había sido objeto de una fuerte polémica.
- El último documento del
Concilio en ser aprobado, y por eso el fruto más maduro de la larga asamblea de
los obispos fue la Constitución "pastoral" sobre la Iglesia en el mundo
actual. Como es costumbre se conoce este documento con las primeras palabras en
latín que lo encabezan: Gaudium et spes (Los gozos y las esperanzas). Ya el
título muestra otra actitud de la Iglesia para enfrentar el diálogo con el mundo
moderno: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a
la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo.
Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón."
Diez palabras
claves del Concilio:
En este
apartado nos vamos a encontrar con la explicación de todos los proyectos que
propuso el Concilio y a continuación de haberlos expuesto, aparecerá la prueba
de su fracaso.
1. AGGIORNAMENTO:
La Palabra expresa el
esfuerzo de toda la Iglesia para mirar positivamente al mundo buscando estar al
día en la lectura de los "signos de los tiempos" que se presentan en la
realidad. “Espíritu de renovación”
La jerarquía
posterior a Pablo VI huye de la realidad. Acota su alcance interpretándola desde
la ideología. Y no hay ideología que abarque la realidad. Para eso está la
doctrina.
En el ABC del jueves 24 de
marzo (2005), en un artículo que firma Alberto de la Hera, catedrático de la
Universidad Complutense, se sostiene que “la doctrina de la Iglesia no se
tiene que adaptar a los tiempos, porque ella es lo estable y lo eterno”.No
participamos de esta idea. Lo inmutable y eterno es Cristo. La doctrina es de lo
que se vale la Iglesia para presentar a Cristo, para darlo a conocer. La
doctrina no puede ser inmutable porque la presentación que la Iglesia hace de
Cristo está en relación directa con el espacio y el tiempo en el que se lo
proclama. La inmutabilidad de Cristo radica en que “sirve” a sus hermanos en
cualquier época y en cualquier lugar, siendo la Iglesia la que lo acerca a
través de la doctrina, que se actualizará para una mayor y mejor comprensión del
mensaje. No se puede presentar a Cristo de la misma manera a un pastor del siglo
III que a un obrero de la revolución industrial o a un comerciante en colapso
espiritual de la calle de Alcalá. De ahí la crisis de la Iglesia, que hace vivir
a sus fieles una esquizofrenia permanente. Para algunos, que viven el siglo XXI
con los saberes del siglo XIX, la homosexualidad es “contra natura”, el
profiláctico no se debe usar, los embriones no se pueden utilizar y el cura no
tiene porqué casarse; para los que viven la actualidad, pues todo lo contrario.
En realidad, la diferencia fundamental entre Juan XXIII y Juan Pablo II (o
Benedicto XVI) es que para “el bueno” de Juan XXIII el diálogo con Cristo se
producía a través del hermano necesitado, y para Juan Pablo II el diálogo era
directamente con Cristo. Por eso mismo la vieja Iglesia sostiene que la doctrina
es inmutable. Es la Iglesia del “Salva tu alma”, que los demás ya sabrán qué
hacer; el templo de la vieja doctrina, allí donde sienta sus reales el Opus Dei,
organización que exige a aquellos que aspiran a pertenecer,
a despojarse de la propia conciencia y adoptar la de la organización.
Decíamos más arriba que
Benedicto XVI escribe en la carta que de ahora en
adelante no hay dos ritos, sino "un doble uso del único y mismo rito". ¿Por qué
no se usa la misma elegancia para admitir un juicio semejante con la doctrina?
¿Un solo Cristo y un doble uso de la doctrina?
Nos dice el Concilio: La
Palabra expresa el esfuerzo de toda la Iglesia para mirar positivamente al
mundo buscando estar al día en la lectura de los "signos de los tiempos" que se
presentan en la realidad.
2. COLEGIALIDAD:
Es la revalorización del
"colegio" de los obispos presidido por el obispo de Roma, el Papa. Los obispos
no son subalternos del Papa sino que son responsables pastorales de su Iglesia
local. La colegialidad se expresa por medio de algunos organismos a nivel
mundial, como el Sínodo de los obispos, y a nivel nacional, como las
Conferencias Episcopales.
Manipulación de la colegialidad episcopal (5)
Eduardo de la Serna,
17 de agosto de 2007
Parece que hasta el mismo
Cardenal Errázuriz ha reconocido que él y otros modificaron el documento
de Aparecida. El sacerdote que descubrió y denunció la manipulación del
documento reflexiona sobre los principios básicos de la Iglesia que diseñó,
volviendo a las fuentes, el Vaticano II: la
colegialidad y la
corresponsabilidad.
Cardenal Errázuriz en
polémica por documento papal
El
documento aprobado por los obispos que participaron en mayo pasado en la
Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) en
Aparecida (Brasil) es diferente del que fue presentado al Papa Benedicto XVI,
según religiosos citados hoy por el diario O Estado de Sao Paulo.
"No sé
quien lo alteró, pero quiero saber, porque no es la primera vez que eso ocurre",
afirmó el cardenal brasileño Geraldo Majella Agnelo, arzobispo de la ciudad de
Salvador y primado de Brasil, en declaraciones al diario paulista.
Según
laicos y teólogos que participaron en la Conferencia de Aparecida, el documento
aprobado por el Papa tiene al menos 200 enmiendas con referencia al votado por
los obispos y, pese a que algunas son correcciones gramaticales, de redacción y
de forma, otras son conceptuales y de contenido.
"Los
cambios más significativos se refieren a las Comunidades Eclesiásticas de Base,
núcleos vinculados a la Teología de la Liberación con gran actuación pastoral e
ideológica en el continente en los últimos 40 años", según O Estado de Sao
Paulo.
Tras ser
aprobado en la ciudad brasileña de Aparecida por los 266 obispos que
participaron en la Conferencia, el documento fue corregido por el arzobispo de
Santiago de Chile, cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, y por el obispo de
Reconquista (Argentina), Andrés Stanovnik, entonces presidente y secretario del
CELAM.
Después fue
entregado al Papa Benedicto XVI por Majella Agnelo, quien fue uno de los
presidentes de la Conferencia, y por Errázuriz Ossa, así como por el prefecto de
la Congregación para los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re.
"Yo pensé
que estaba entregando el original", afirmó el arzobispo de Salvador en sus
declaraciones al diario paulista. Majella Agnelo descartó que los cambios
hubiesen sido una imposición del Vaticano, ya que "el Papa respeta lo que los
obispos deciden".
Pese a que
el arzobispo de Salvador pide que la versión original sea restaurada, el actual
presidente del CELAM y arzobispo de Aparecida, Raymundo Damasceno, considera
difícil que el texto sea cambiado tras haber sido aprobado por el Papa.
Por su
parte, el arzobispo de Santiago, en una carta enviada a sus sucesores en el
CELAM y a la que el diario O Estado de Sao Paulo tuvo acceso, pide que el asunto
sea olvidado.
"Le
daríamos una gran alegría al demonio si nos ocupásemos tanto de los cambios que
ocurrieron en el texto final, de forma que el malestar consiga eclipsar la
maravillosa experiencia de Aparecida y sus grandes orientaciones pastorales",
afirmó el religioso según la carta citada por el diario brasileño.
La V
Conferencia Episcopal Latinoamericana fue clausurada a finales de mayo por el
Papa Benedicto XVI en la Basílica del Santuario Nacional Nuestra Señora de
Aparecida, dedicado a la patrona de Brasil y mayor centro de peregrinación de
los católicos brasileños.
Otro
artículo a tener en cuenta:
El culmen de
la represión teológica se alcanza con la publicación del «Catecismo de la
Iglesia católica» y, sobre todo, con la «Dominus Iesus», un documento de
Ratzinger, en el que se atribuye en exclusiva a la Iglesia católica la posesión
de la verdad y de la salvación. La vuelta del axioma tridentino de que «fuera de
la Iglesia no hay salvación». Un documento tan desafortunado que hasta
protestaron contra él varios cardenales.
Más aún,
Ratzinger silenció con medidas autoritarias todas las cuestiones teológicas
debatidas: celibato de los curas, estatuto del teólogo, papel de los laicos,
praxis penitencial, comunión para los divorciados, preservativo contra el sida o
fecundación artificial.
Impuso la
tesis del romanocentrismo, descafeinó la colegialidad y el poder de las
Conferencias Episcopales, reduciéndolas a meras sucursales de la Curia, y zanjó
casi como dogmático el eventual acceso de la mujer al sacerdocio. En definitiva,
Ratzinger desactivó el Concilio.
Y eso que en
época del Vaticano II (1962-1965), Ratzinger formaba parte del ala progresista
de la Iglesia, aunque pronto se pasó al bando conservador. En el cónclave
ha dirigido al partido de la Restauración, el del tradicionalismo legalista,
junto a la ristra de movimientos neoconservadores (Opus Dei, Comunión y
Liberación, Legionarios de Cristo...). El wojtylismo sin Wojtyla.
3. DIÁLOGO:
El Concilio ha promovido un
diálogo hacia todas las direcciones siguiendo la propuesta de la Encíclica
programática de Pablo VI, Ecclesiam suam, del 6 de agosto de 1964. De aquí en
más el diálogo será herramienta fundamental del anuncio y de la misión de la
Iglesia.
Ha desaparecido
el diálogo.
Benedicto XVI
invita a los obispos a la lucha ideológica en el documento “El sacramento de la
caridad” diciendo que el catolicismo no radica en el diálogo y la tolerancia.
Pablo VI en su primera encíclica pide el diálogo dentro y fuera de la Iglesia
Juan José Tamayo: Camino
hacia el integrismo
“El pontificado de
Benedicto XVI está derivando peligrosamente del conservadurismo al integrismo
[…]. Dos documentos recientes vienen a demostrarlo. Uno es el “motu proprio”
que autoriza la vuelta de la misa en latín conforme al ritual del Misal
Romano, promulgado por San Pío V en 1570, después del Concilio de Trento, en
respuesta, según las palabras del Papa a las “deformaciones de la liturgia, en
el límite de lo soportable”. Esta medida ha sido acogida con satisfacción por la
Fraternidad San Pío X –creada por Monseñor Levebvre- cuyo secretario general la
considera “un avance capital en la restauración de la Tradición”. Otro
documento intenta demostrar que el Concilio Vaticano II no supuso cambio alguno
en la Doctrina de la Iglesia y que la Iglesia Católica es la verdadera y única
Iglesia de Cristo con la exclusión expresa de la iglesias orientales porque
no reconocen la autoridad del “Obispo de Roma y sucesor de Pedro”, y las
comunidades cristianas nacidas de la Reforma, a quienes ni siquiera reconoce
como “iglesias” porque no tienen la sucesión apostólica mediante el sacramento
del Orden […]. Con una actitud tan excluyente como la de la declaración se
rompen todos los puentes de comunicación del catolicismo con las demás ramas del
cristianismo y se hace imposible, en la práctica, el diálogo ecuménico. Lo
que resulta más preocupante, si cabe, es que dicho diálogo era una de las
prioridades del pontificado de Benedicto XVI. La conclusión de esta secuencia de
actuaciones no puede ser más desesperanzadora, pues como afirma Raimon
Panikkar, “sin diálogo el ser humano se asfixia y las religiones se
anquilosan”
El Vaticano II optó por el
diálogo multilateral: diálogo con la historia, tras siglos de haber vivido de
espaldas a ella; diálogo en el interior de la propia comunidad católica,
amenazada de incomunicación; con las iglesias cristianas, a quienes reconoce
como hermanas en la diferencia y dentro del respeto al pluralismo; con la
cultura moderno y, en concreto, con el ateísmo, a quien considera interlocutor
necesario; con las religiones no cristianas que valora como caminos de
salvación.
Ratificando lo dicho por Tamayo, cabe citar a Andrés Ortega, en (No sólo en latín”, El País, julio de 2007):
Como escribe el filósofo iraní Ramón Jahanbegloo en su libro “Elogio de la diversidad”, “Sin diálogo , la diversidad es inalcanzable, y sin respeto por la diversidad, el diálogo es inútil”
4. COMUNIÓN:
El proyecto de Dios es un
proyecto de comunión. La Iglesia Católica se define como una comunión de
Iglesias locales. A nivel más profundo, la Iglesia es comunión con Dios y entre
los hombres. La pluralidad y la diversidad son entendidas como elemento
positivo.
La jerarquía ha
roto con la pluralidad y la diversidad.
5. PRESENCIA:
La Iglesia se percibe como
presencia frente a Dios y frente a los hombres. En el mundo esta presencia es
una presencia de servicio. La Iglesia centrada en el Evangelio se abre al mundo.
La jerarquía ha
plegado la Iglesia encerrándola en una concha impenetrable en la que se ha
violado todo derecho a la participación. La presencia exige accion porque la
presencia pasiva no existe. Escrivá de Balaguer propone simplemente dar
testimonio.
Veamos si no:
Si algo es de
recprochar a Juan Pablo II es haber comprometido a la Iglesia con la
canonización de Jose María Escrivá de Balaguer. El entusiasmo con que el “Opus”
recibió la ofrenda contrasta con el escepticismo con el que se ve su
consagración desde amplísimos sectores sociales y hasta de la Iglesia misma.
Los límites
que impusieron Juan XXIII y Pablo VI a la creación del ahora santo (el “Opus”
–nada consustanciado con el Concilio Vaticano II-) cayeron ante un Juan Pablo II
que, avanzando sobre los jesuitas, instaló a su gente en el Vaticano.
Un comentario
de Juan José Tamayo-Acosta en “El País” hace referencia a la organización como
“extendida por todo el mundo, poderosa en medios económicos, influyente en el
mundo de las finanzas, omnipresente en el tejido social y político y con
síntomas preocupantes de integrismo”.
En el mismo trabajo de Tamayo-Acosta se hace referencia a los preceptos de la
Obra. En camino dice:”La canonización apunta a un cristianismo elitista y
uniformado en el que el caudillismo se convierte en imperativo categórico:
“¿Adocenarte? ¿Tú del montón? Si has nacido para caudillo”; “...para ser muy
señor de ti mismo, en primer lugar y después guía, jefe, caudillo!..., que
obligues, que arrastres con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con
tu imperio; “si te ven flaquear y eres jefe, no es extraño que se quebrante la
obediencia”; “el matrimonio es para la tropa, no para el estado mayor de Cristo.
Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia
sólo para la especie, pudiendo desentenderse (de ello) las personas singulares”,
y sigue la lista.
No me llamó
la atención para nada que Juan Pablo II,, durante el proceso de canonización del
sacerdote Escrivá de Balaguer pusiera tan lejos el “hacer”: “... Fue un maestro
de la práctica de la oración. Recomendaba siempre, primero oración, luego
expiación y en tercer lugar, mucho después, recién, la acción”
6. LITURGIA:
Un deseo de los 2.500
obispos presentes en el Concilio era llegar pronto a una reforma litúrgica
cercana al pueblo que permitiera su participación. Redescubriendo las antiguas
tradiciones litúrgicas, el pueblo vuelve a ser protagonista de las celebraciones
y de la vida eclesial.
La misa vuelve
a impartirse de espaldas al pueblo de Dios. En lo referente a este tema, me
remito a lo expuesto más arriba.
7. ECUMENISMO:
No sin encontrar algunas
dificultades, la palabra ecumenismo adquiere legitimidad plena en la Iglesia
Católica. La Iglesia de Cristo no se reduce a la Iglesia Católica romana. Las
diferentes Iglesias que están en comunión imperfecta pero real con la Iglesia
Católica, forman parte de la única Iglesia de Cristo. La finalidad del camino
ecuménico no es la incorporación de los demás sino la búsqueda de un diálogo
serio y exigente para favorecer el encuentro.
Las
declaraciones de Benedicto XVI han provocado no pocos encontronazos con otras
religiones respecto de la legitimidad que les asiste como protagonistas del
pueblo de Dios. En este tema también me remito a lo expuesto anteriormente, al
Decreto sobre el Ecumenismo y también a lo que viene a continuación, que son
unas líneas del periodista Enric González en las que describe una parte de la
Segunda Encíclica (“Spe Salvi”) de Benedicto XVI:
[…] Resulta curioso, y
potencialmente polémico, que pese a sus esfuerzos ecuménicos, no haga referencia
a las posibilidades de salvación de ortodoxos y protestantes, y que, tras
plantear varias propuestas de diálogo con los musulmanes (cuya fe, según el
catolicismo, no permite la salvación), omita mencionar a una de las grandes
religiones mundiales. Resulta hasta cierto punto inesperado el elogio a la
capacidad de análisis y al vigor intelectual de Karl Marx, "cuyo error fue el
materialismo".
"El cristianismo no trajo
consigo un mensaje político-revolucionario como aquel con el que Espartaco, en
lucha cruenta, había fracasado", dice el Papa, "sino algo totalmente distinto:
el encuentro con el Señor de todos los Señores".
8. PALABRA DE DIOS:
El Vaticano II ha
restaurado el lugar de la Palabra de Dios como fundamento de toda la vida
cristiana. El Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su
servicio. Todo el Pueblo de Dios puede y debe acercarse a la Biblia para que
ésta ilumine su vida.
El conflicto
gravísimo en que la jerarquía ha caído respecto de este tema es que se ha
apoderado de Cristo, lo ha sustituido: Cristo ha pasado a ser un símbolo
desnutrido.
9. PUEBLO DE DIOS:
Esta definición de la
Iglesia valoriza la condición cristiana de todos los integrantes de la Iglesia,
laicos y ministros. Propone también una nueva inserción en la historia y en el
mundo, y una nueva configuración de relaciones en el interior de la Iglesia.
La jerarquía no
ha contemplado la valorización a la que se alude más arriba al negarle
posibilidades a la mujer en el ámbito del sacerdocio, en el celibato de los
sacerdotes…
10. LIBERTAD RELIGIOSA:
Una de las más grandes
innovaciones del Vaticano II con respecto a la historia del catolicismo es la
afirmación de la libertad religiosa, que va asociada a la libertad de
conciencia. El papa Gregorio XVI la consideraba en el siglo XIX como un
"delirio". Por primera vez, la expresión "libertad religiosa" figura en un texto
oficial católico y el subtítulo del documento precisa: "El derecho de la persona
y de la comunidad a la libertad social y civil en materia religiosa".
Mis
experiencias y la de mi familia, totalmente consustanciadas con el país del cual
provengo, muy tempranamente me hicieron reflexionar acerca de una serie de
circunstancias íntimamente vinculadas a la actuación que le cupo a la iglesia
durante la dictadura militar argentina (1976-1983). Fue entonces cuando en
largas conversaciones mantenidas con mis padres he llegado a las siguientes
conclusiones respecto de la libertad.
El ordenamiento legal
establece que la libertad de cada uno termina donde comienza la de los demás. En
ese sentido, la ley es el marco regulador de las relaciones entre los
ciudadanos; marca los límites; es seguridad, razón, taxonomía, cantidad.
La libertad, sin embargo, fuera del ordenamiento legal, trasciende lo meramente
relacional para dispensar el encuentro, el acto desalienante por excelencia, "el
instante de suprema lucidez que somos capaces de alcanzar los hombres". La
auténtica libertad consiste, así, en la creatividad espontánea con que una
persona o comunidad realiza su verdad, es fruto de una fidelidad sincera del
hombre a su propia verdad.
La libertad es conciencia, es el adentro-verdad; es diálogo, comprensión;
comunión; solidaridad, exigencia, amplitud, reflexión, apertura, pasión,
justicia... La libertad devela, esclarece, amplía, invita; es incierta,
incómoda; está más allá de la ley. En este contexto la libertad no sólo no se
acota sino que se amplía en el encuentro con otras libertades; la
insignificancia de uno en libertad deviene en la grandeza de una comunidad en
libertad.
La ley vela,
oscurece, limita, obliga; es sólida, confiable; certera, confortable: nos dice
lo que no debemos hacer y hasta lo que debemos.
Siendo que las comunidades apelan a su conciencia y las instituciones a la
ley, corresponde a los gobiernos, depositarios de aquélla y garantes de ésta,
disipar los temores de una subyacencia de recelo con respecto a la libertad y a
las iniciativas de la comunidad. En tal cumplimiento, exhibirán actitudes
políticas francas, alejadas de toda sospecha de indiferencia para con
situaciones humanas concretas, o de intencionalidad en la creación de un mundo
abstracto con valores desconectados de la realidad.
Aunque la
sospecha incumbe por igual a la ley y a la conciencia, en el marco de la ley,
que garantiza las libertades individuales y se reserva la condena por actos
ilícitos, la sospecha abre un camino a seguir, acaso uno más, para garantizar la
justicia de su accionar y poder condenar o exonerar con certezas.
En cambio, en el ámbito de la conciencia, la sospecha es el punto de inflexión a
partir del cual asumimos que se resquebraja el andamiaje ético de los valores
que hemos elegido, que se posponen las metas que nos hemos impuesto, que se
tuercen los procedimientos.
¿Cómo abordar la miseria de
unos desaprensivos que terminaron no sólo con la vida de sus connacionales sino
también con el respeto a las instituciones?
El golpe militar: Proceso
de Reorganización Nacional
El entonces teniente
general Videla fue nombrado Comandante en Jefe del
ejército por la presidente
María Estela Martínez de Perón
(apodada Isabel o Isabelita), en
1974. Videla encabezó el
golpe de Estado del
24 de marzo de
1976 que sustituyó a Martínez de
Perón por una
junta militar, formada por él mismo,
en representación del Ejército, el almirante
Emilio Eduardo Massera por la
Armada y el brigadier general
Orlando Ramón Agosti por la
Fuerza Aérea, dando inicio al
autodenominado
Proceso de Reorganización Nacional.
El golpe militar formó parte de un plan mayor de golpes militares en toda
Latinoamérica en el cual se
encontraba involucrada la
CIA y la Trilateral Comission -
Richard Gardner,
redactor de los documentos básicos de la Comisión Trilateral en abril de 1973,
mientras
Kissinger
-canciller de Nixon, republicano- intervenía en Chile como promotor
y ejecutor material -envío de armas inclusive- de la caída de Allende -1973) y
Brzezinski enterraba los estado-nación -New York Times, 1º de agosto de
1976- ("...en nuestros días el estado-Nación ha dejado de cumplir su papel) y
Tannenbaum echaba las bases del nuevo mundo: "...las compañias
multinacionales ofrecen una base práctica para el futuro desarrollo mundial, ya
que están más interesadas en las realidades del servicio comercial e industrial
que en los símbolos de la soberanía", amén de Rockefeller y varios
más, todos ellos mentores de la globalización y agentes del poder económico
transnacionalizado.
El
29 de marzo asumió la Presidencia de
la Nación, que ocuparía hasta ser reemplazado por
Roberto Eduardo Viola en
1981, al cumplir el período
presidencial de 5 años establecido por la Junta Militar.
Videla
Jorge Rafael Videla, ex
militar y
dictador
argentino, ocupó
de facto la
presidencia de Argentina entre
1976 y
1981, durante el llamado
Proceso de Reorganización Nacional
que se inició con el
golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
Tras la restauración de la democracia en
1983, fue
juzgado y condenado a prisión
perpetua y destitución del grado militar por numerosos crímenes cometidos
durante su gobierno.
Su período estuvo marcado
por la desaparición y el asesinato de miles de personas, secuestros y torturas y
otras violaciones a los
derechos humanos (como el robo de
bebés) que configuraron un verdadero
Terrorismo de Estado.
Durante su gobierno, una
disputa fronteriza con
Chile por el control de tierras
australes –conflicto del Beagle (6)- estuvo a punto de devenir en un
conflicto armado. Tras la
restauración de la
democracia, fue juzgado y condenado a
prisión perpetua y destitución del grado militar por numerosos crímenes
cometidos durante su gobierno.
Los Derechos Humanos
durante el proceso militar
Las violaciones a los
derechos humanos durante la dictadura
fueron sistemáticas.
El plan de represión de la
oposición política e ideológica, en muchos casos armada (como
Montoneros y el
ERP –Ejército Revolucionario el
Pueblo), combatida como
subversión fue uno de los elementos
claves en la imposición y desarrollo del proceso. En el curso del mismo,
la supresión del
derecho a la defensa en juicio, los
encarcelamientos ilegales, las
torturas y los
asesinatos de opositores fueron
frecuentes, sobre todo en los núcleos urbanos de mayor presencia estudiantil
y obrera.
Massera
El
24 de marzo de
1976, Massera lideró junto con Videla
y Agosti el movimiento golpista que derrocó a la viuda de
Perón, al frente del gobierno
nacional desde el fallecimiento de éste. Fue uno de los principales promotores
del plan de
guerra sucia con el que la
dictadura continuó la persecución de
los movimientos revolucionarios —peronistas
o
marxistas— y de toda forma de
disidencia política.
El silenciamiento de la
difusión de "ideas opuestas a la civilización occidental y cristiana" redundó en
la
desaparición de unas 5.000 personas
de distintos grados de militancia política, incluyendo un importante número de
sacerdotes y monjas tercermundistas,
pese a lo cual la relación de Massera con la
Iglesia Católica fue siempre
excelente. La
Escuela Superior de Mecánica de la Armada
(ESMA), bajo la dirección de Massera, fue uno de los
centros de detención clandestinos más
grandes del país, donde se encarceló sin juicio previo, torturó y asesinó a
miles de prisioneros.
Massera se separó del
gobierno el
16 de septiembre de
1978, cuando el triunvirato original
fue reemplazado por el encabezado por
Roberto Viola. Tras el fin de la
dictadura, fue investigado por el organismo específicamente encargado de la
instrucción sobre la guerra sucia y el terror de Estado, la
CONADEP –Comisión Nacional sobre
la Desaparición de Personas. El 16 de enero de 1983, se presenta como candidato
a Presidente de la Nación por el Partido para la Democracia Social, pero el 21
de junio del mismo año es detenido por la participación en la desaparición del
empresario Fernando Branca, esposo de la amante del represor;[]
el
22 de abril de
1985 fue juzgado por violaciones a
los
derechos humanos, asesinato, tortura
y privación ilegal de la libertad, y condenado a prisión perpetua y pérdida del
grado militar.
Sin embargo, el
29 de diciembre de
1990 fue indultado por el entonces
presidente
Carlos Saúl Menem, y recuperó la
libertad hasta
1998, cuando fue nuevamente puesto en
prisión preventiva por causas relativas al
secuestro y denegación de identidad a
menores durante su gobierno, y por el dictado de órdenes de tortura,
fusilamiento, confinamiento en centros clandestinos y ahogamiento en el mar de
prisioneros vivos. La orden dictada por la juez María Servini de Cubría se
basaba en que la apropiación de menores y los restantes cargos imputados están
considerados
delitos contra la humanidad, por
lo que no son pasibles de
prescripción; la apropiación
ilegítima de bienes de los desaparecidos, por la que no había sido juzgado en
1985, se incluyó en el sumario.
En
2004, tras el estallido de un
aneurisma cerebro vascular, fue ingresado al Hospital Militar de
Buenos Aires. Las secuelas del mismo llevaron a que fuese declarado incapaz por
demencia, y se suspendieran las causas en su contra, no sin antes ser condenado
en algunas de las causas. Las órdenes de extradición levantadas por los
gobiernos
español,
francés y
alemán en su contra se encuentran
suspendidas por la misma razón.
Participación del Vaticano
Massera y P2
El nombre de Massera
figuraba en la lista de 963 integrantes que la policía italiana encontró en
1981 al investigar las acciones de la
logia
masónica
Propaganda 2, de la que también
habían sido miembros Perón, numerosos industriales y políticos italianos, entre
ellos
Silvio Berlusconi. La logia, desde
entonces declarada ilegal por el gobierno italiano y presuntamente disuelta,
estaba bajo la dirección de
Licio Gelli, un antiguo operador de
Mussolini durante la
Segunda Guerra Mundial luego
encargado por la
CIA de mantener una red clandestina
de operaciones anticomunistas; Gelli habría conocido a Massera a través de
Carlos Alberto Corti, capitán de la
Armada y confidente de este último, y empleado el contacto para garantizar la
contratación de los multimillonarios gastos en equipamiento militar —6.000
millones de
dólares en dos años— y el control de
parte de la prensa a través de la compra por parte de la editorial italiana
Rizzoli de la argentina Editorial Abril. A cambio, habría facilitado las
relaciones de Massera con el Vaticano y Estados Unidos, y proporcionado los
medios para canalizar hacia el exterior el dinero obtenido de cohechos y
malversaciones del tesoro público.
El enviado del Vaticano
El Vaticano tuvo un rol
determinante en las prácticas más bárbaras del régimen militar.
No casualmente el nuncio
Pío Laghi, representante oficial de la sede apostólica, apareció
vinculado en una nómina de 1351 casos de personas detenidas desaparecidas por la
dictadura, publicada por la revista El Periodista en noviembre de 1984.
Ese listado, frondoso en denuncias contra cientos de sacerdotes, debía
incorporarse al informe de la CONADEP. Sin embargo, la virulencia del informe
alcanzaba tal magnitud que ponía en tela de juicio las relaciones entre el
Vaticano y el Estado argentino. Por ese motivo, el entonces presidente Alfonsín
y su ministro Troccoli acordaron con miembros de la CONADEP como Ernesto Sábato
y Gregorio Klimovsky negar la existencia de ese listado y cubrir con un manto de
impunidad a Laghi.
Análogamente al asesinato
del obispo Angelelli y las monjas francesas, la jerarquía eclesiástica sabía con
certeza que el 4 de julio de 1976, el grupo de tareas comandado por el general
Suárez Mason había asesinado a los sacerdotes de la parroquia de San Patricio.
Días más tarde, Laghi no tuvo ningún reparo en utilizar la misma parroquia para
confesar a Suárez Mason. Vale recordar que Laghi jugaba al tenis cada 15 días
con el almirante Massera, quien junto a Suárez Mason compartía los negocios
turbios de la Iglesia en el Banco Ambrosiano, lavando dinero de la mafia
siciliana y provocando un desfalco de 1400 millones de dólares. El 27 de
junio de 1976, Laghi visitó Tucumán a instancias del general Bussi, comandante
de la V brigada de infantería y gobernador de la provincia. Mientras Tucumán
ardía en una hoguera de sangre, Laghi defendió a Bussi manifestando que la
necesidad de ejercer la “autodefensa habrá de respetar el derecho hasta donde se
pueda” El secuestro, el asesinato y la tortura eran sistemáticamente amparados
por la Iglesia, que en pos “del bien común”, bregaba como un objeto errado
que “los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempos de paz …
o que se buscara con pretendidas razones evangélicas implantar soluciones
marxistas”, tal como cita la letra del primer documento episcopal de mayo de
1976.
El papado y la dictadura
El cardenal argentino
Eduardo Pironio admitió que diariamente llegaban al Vaticano cientos de cartas
de denuncias de desapariciones.
Aún así, el papado reconoció al régimen de la dictadura aceptando a su embajador
Rubén Blanco, ex diputado radical y miembro del círculo áulico de Ricardo
Balbín. El Papa Paulo VI se atrevió a calificar de “extravagancias” las
denuncias de Angelelli, asesinado poco tiempo más tarde. En julio de 1980,
dos madres de Plaza de Mayo consiguieron una audiencia con Juan Pablo II,
quien les encomendó entregarse a la “fe y la paciencia”. Wojtila nunca más
recibió a ninguno de los organismos de derechos humanos. Ni siquiera en
1982, cuando viajó a nuestro país con el objeto de sellar la derrota de la
guerra de Malvinas a manos del imperialismo británico para “pacificar” la
nación. Cuando fue interrogado por los periodistas, el Papa respondió que en
relación a los desaparecidos “se habían producido mejoras” pero que “no podía
hablar de eso públicamente”.
Del mismo modo que el
Episcopado argentino, recién en mayo de 1983, cuando el régimen dictatorial
estaba en franca declinación, el Papa hizo alusión de forma clara al problema de
los desaparecidos. La complicidad del Vaticano con el genocidio reconoce como
antecedente la labor del otrora Papa Pío XII, quien recién a mediados de 1943,
cuando la derrota de Hitler era inexorable, denunció los crímenes cometidos por
los nazis, amén de la ayuda proporcionada para su huida a países de América
latina. El gobierno de Kirchner bien puede llevar al banquillo de los
acusados a un cura suelto como Von Wernich, pero se niega a condenar la
responsabilidad conjunta de la Iglesia y el Vaticano como instituciones que
hasta el día de hoy gravitan decisivamente en las políticas del Estado nacional.
El castigo a todos los curas genocidas resulta una tarea ineludible para avanzar
en la lucha por la separación de la Iglesia del Estado, en la perspectiva de
terminar con el financiamiento material de esa institución amiga de los golpes
militares.
III.
Conclusiones
Sellar la
vigencia del Concilio Vaticano II con un “ha fracasado” sería anacrónico. El
mundo nos enseña que nada es definitivo, como no sean los grandes valores que
impulsa el cristianismo: la verdad, el amor, la misericordia…
Las épocas
cambiantes y la velocidad a la que se producen los acontecimientos postergan la
verdad pero no pueden con ella, sobre todo porque anida en el hombre esa luz de
esperanza que le permite seguir en la lucha gracias a su permanente necesidad de
encuentro con el hermano.
Esto no
obstante, no debemos bajar los brazos ni perder la memoria de tanta catástrofe
como la vivida en el más cruel de los siglos que recuerde la historia: el que
acabamos de dejar atrás.
El Concilio
ha anticipado las miserias de la pobreza, no en tanto pobreza –su vigencia es
parte de la historia- sino como postergación por parte de quienes –como nunca
antes- pueden paliarla;
El Concilio
ha despertado la conciencia de los derechos humanos en aquellos que ni saben que
les asisten;
El Concilio
ha otorgado a la militancia su capacidad de crítica;
El Concilio
ha institucionalizado la solidaridad;
El Concilio
ha abierto las puertas de par en par a la participación;
El Concilio
ha autorizado una reflexión serena acerca de los dogmas;
El Concilio
ha independizado al católico del templo, devolviéndole al militante su condición
de Iglesia;
El Concilio
ha expandido una fe vívida en Hispanoamérica;
El Concilio
aspiraba a descentralizar el poder de Roma;
El Concilio
favorecía el diálogo entre las distintas confesiones;
El Concilio
ha logrado que el militante se dibuje valientemente en el marco de su fe;
El Concilio
terminó con el “salva tu alma” para hacernos “uno” en nuestros hermanos y así
salvarnos todos;
El Concilio
aspiraba a que el encuentro “Yo-tú” se transformara en un dialogo
“nosotros-vosotros”
El Concilio
empujaba al militante a la búsqueda de la verdad para vivir en Cristo.
Bastante se
ha logrado.
La
militancia, si bien se ha apartado del templo, ha tomado conciencia , ha
internalizado el dolor de la pobreza; sabe de los derechos humanos que le
asisten; no se abstiene de las críticas; ha institucionalizado la solidaridad y
su participación; se ha asumido Iglesia; ha revitalizado su fe en
Hispanoamérica; ha dejado de mirar a Roma; es dialogal con otros credos; no teme
mostrarse valientemente; va camino del encuentro social, especialmente en
Hispanoamérica; y ha olvidado el cristo simbólico que cuelga en las paredes para
hacerlo suyo.
La Iglesia pudo haber sido
el eje de la participación de la gente dado que su misión es, entre otras cosas
que atañen a la trascendencia del hombre y a su marco religioso, impulsar una
puesta en común en el logro del bienestar espiritual que todos y cada uno de los
seres humanos merecen, sea cual fuere su lugar de origen, su nacionalidad, su
fe, su color.
Sin embargo, la Iglesia,
desorientada ante un cambio que la coge desprevenida, sabedora de que sus
sacerdotes no tienen formación para afrontar las nuevas circunstancias que se
avecinan, se repliega. El giro que le está dando Ratzinger la retrotrae a
tiempos pretéritos cuando el templo católico era factor determinante de una
conciencia colectiva que no autorizaba compromisos ciudadanos sino a su través.
La iglesia, yendo al
abordaje de las debilidades de aquellos que aún se mantienen fieles, sigue
mandando en muchísimas conciencias y no está dispuesta a perder capacidad a
cambio de eventuales adherentes.
De entre los “católicos”,
aquellos tibios que cumplían el ritual , al vivir el desasosiego de una Iglesia
intolerante con la realidad cotidiana de sus propias vidas - aborto, medios
anticonceptivos, parejas de hecho- descubrieron que la Iglesia no formaba parte
de sus intereses. Esto no obstante, han seguido nutriendo la parafernalia
eclesial de la tríada ”bautismo-confirmación-casamiento”, especialmente en
España.
La Iglesia lo asume y saca
provecho.
Hubo muchos otros que, a la
luz del mundo que viven (en el que no están simplemente de visita), y una
profunda fe que poco tiene que ver con el “do ut des” del infierno, del cielo o
del purgatorio, aprovecharon las enseñanzas del Concilio Vaticano II y las
actualizaciones doctrinarias que impulsó: sacaron a la Iglesia del templo para
instalarla en el hermano, asumiendo definitivamente que ellos mismos “son”
Iglesia. Son la reserva con la que contará el Vaticano cuando el cambio ya sea
irreversible.
La iglesia no lo asume; no
le sirven para nada.
Juan Pablo II , el “Papa
mediático”, bajo la apariencia de gran modernidad utilizó los medios de
comunicación y sus viajes proselitistas para “captar” católicos, convocando
grandes multitudes que lo aclamaban, filmaban y fotografiaban, pero a ningún
menesteroso que extendiera su mano en ruego por un mendrugo. Juan Pablo
desplazó a los Jesuitas para introducir el “Opus Dei” en su lugar, llevando
a su fundador a los altares en un acto “contra legem” que no registraba
antecedentes en el Vaticano. Juan Pablo se llevó por delante la Iglesia
latinoamericana, la Iglesia identificada con el necesitado de pan.
A su muerte, Ratzinger, su
sucesor, no se quedó atrás. Después de resucitar el infierno -¿a quién le puede
interesar?-, en una acto incompresible, terminó con el limbo –incomprensible
porque si el infierno interesa escasamente, no me imagino lo que puede
significar el “limbo”; ató bien atada la idea de que la doctrina es
eterna como Cristo y en virtud de lo mismo no es susceptible de ser
cambiada. El Concilio Vaticano II cambió sustancialmente la doctrina anterior
de la Iglesia en la que se la consideraba como sociedad perfecta, jerárquica y
desigual por voluntad divina expresando que “se autocomprende como misterio,
pueblo de Dios y comunidad de creyentes en la que todos los cristianos,
del Papa a los creyentes de a pie, son iguales por el bautismo”, adecuándola a
los tiempos currentes.”
Insiste ratzinger, sin
embargo, en que la doctrina es eterna: “El Concilio Vaticano II ni quiso
cambiar la doctrina sobre la Iglesia ni la cambió”; rectifica al Concilio con su
idea de que sólo la Iglesia Católica Apostólica Romana es la única verdadera,
con lo cual se evanesce el tan largamente buscado encuentro de la cristiandad
cuyo acercamiento había promovido Juan Pablo II. Protestantes y judíos lamentan
el talante “monopolizador” de Benedicto XVI. Los Evangélicos, en un documento
que vio la luz alrededor del 14 de julio de 2007, contestan: “Hay una sola
Iglesia cristiana, la formada por quienes aceptan a Jesús como Salvador y Señor
de su vida y al Evangelio como máxima referencia de fe y conducta”*;
invita a los obispos a la lucha ideológica (documento ”El sacramento de la
caridad”) diciendo que el catolicismo no radica en el diálogo y la tolerancia
(Pablo VI en su primera encíclica pide el diálogo dentro y fuera de la Iglesia);
considera innegociables la indisolubilidad del matrimonio y el divorcio, y,
para terminar con una larga lista de “novedades”, en un afán por reconciliarse
con los lefebrianos, autoriza la misa en latín con el cura de espaldas a la
feligresía.
Con todo, la militancia
que sigue a Benedicto XVI , como cualquiera otra persona que anda por el mundo,
continúa utilizando anticonceptivos y condones; divorciándose; esquilmando, si
empresarios, al personal a su cargo; si dependientes, al empresario cada vez que
se presenta la ocasión; divorciándose; siendo infieles a sus juramentos;
estafando al estado en sus declaraciones de rentas, despreciando al diferente…
En fin, olvidándose de los compromisos de la vida en Cristo a la carta que le
impone el templo. Después de todo, les cabe la complicidad del cura en la
confesión, que sigue sirviendo a todas las partes: Al pecador porque, en su
efímero arrepentimiento escupe lo suyo en busca de alivio, y al cura porque
así sabe con quién puede contar.
El Episcopado español, el
más obediente a Roma, se presta a cuanta maniobra genera la derecha rancia. En
el orden puramente religioso, no tiene parangón: El cierre de un templo
“habitado por curas “rojos” que consagran el cuerpo del Señor usando
rosquillas, y el “suma cum laude” del desafío , la construcción de una iglesia
(Parroquia Santuario de los Sagrados Mártires) para honrar la memoria de los
valencianos muertos en la Guerra Civil “por el odio a la fe“; en el político, su
alianza con las Víctimas del terrorismo del Partido Popular; en lo educativo, su
oposición a la nueva materia de Educación para la Ciudadanía ; en lo social,
cortando las ayudas de Caritas a los necesitados del barrio donde funciona la
iglesia de los curas “rojos”…
El templo de Ratzinger (y
de Juan Pablo II) , en su necesidad de perduración administrativa sirve a los
intereses del sistema, constituyéndose en uno de sus pilares al frenar la
participación de su gente en un intento por sofocar los desbordes que anidan
en su seno. Así se repliega, tal cual procediera cuando la Contrarreforma, a la
solidez de una estructura que, el poder económico-financiero del Opus mediante,
por ahora está garantizada.
¿Quién ha
demorado el cambio, quién ha sido anacrónico entonces? ¿La Iglesia que sigue
viva en la militancia o “el templo” que vive en la jerarquía?
IV. Referencias
- Berryman,
Phillip. Teología de la liberación. México: Siglo Veintiuno Editores,
1989. Edición digital autorizado para el Proyecto Ensayo Hispánico. Febrero
2003. 12 de junio de 2004.
- Canal
Ramírez, Gonzalo. La Unión Soviética, Reto Moral. Bogotá: Imprenta y
Rotograbado, 1969.
- Philips, Gerard. La
Iglesia y su misterio en el Concilio Vaticano II: Historia, texto y comentario
de la Constitución “Lumen Gentium”. Barcelona, 1968 – 1969.
- Ruíz Jiménez, Joaquín.
El Concilio Vaticano II y los derechos del hombre. Madrid: Edicusa. 1968.
- Decreto
Perfectae Caritatis, 28 octubre 1965. Documentos del Concilio Vaticano II. La
Santa Sede, Archivo. 12 de junio de 2004.
- Gutiérrez,
Gustavo. Teología de la liberación. Lima: Centro de Estudios y
Publicaciones, 1984.
Lois, Julio.
Teología de la liberación: Opción por los pobres. Madrid: Editorial
Fundamentos, 1986.
- Emilo Mignone. Iglesia
y dictadura. Universidad de Quilmes y Página/12. Argentina
LA JUVENTUD
EUROPEA Y LOS VALORES DEMOCRÁTICOS
por Patricia Trevisi Lannoó
2.3.1 Cómo reforzar los valores democráticos y aumentar la legitimidad de las instituciones europeas.
2.1. Presentación
del tema
2.1.1 Dos mundos
Como a tanta otra gente a lo largo de la historia de la humanidad, nos acosan cambios de la más variada especie que perturban nuestro crecimiento. A diferencia de épocas pasadas, sin embargo, en Europa disponemos de los recursos para atenuar sus efectos.
Venimos de un mundo con roles definidos donde no se planteaba la necesidad de discutir acerca del bien y del mal: a la izquierda los malos, a la derecha los buenos. El cura era el cura en el templo y fuera de él; el matrimonio era estable; el director de banco todo un "señor"; las guerras eran "por la patria"; la economía se subordinaba a la política; el poder económico era "nacional" y el imperialismo lo ejercían dos bloques antagónicos. que, armados hasta los dientes, garantizaban la paz; la mujer se subordinaba al hombre; el médico curaba; el abogado creía en la justicia; los notarios escrituraban bienes raíces –casas, terrenos, etc. y daban fe –certificaban la verdad de los actos públicos; los arquitectos construían palacetes y los ingenieros puentes; los militares defendían "su" patria; los aviadores se jugaban la vida en cada vuelo; la familia contenía a hijos y abuelos; los abuelos hablaban a los nietos; el padre trabajaba y la madre era ama de casa; se escondía a los minusválidos; los políticos eran honorables –respondían a la gente; los maestros enseñaban y transmitían los valores establecidos; los comerciantes no robaban; los obreros trabajaban sin ansiedad; los sindicalistas se morían pobres; la tecnología no asustaba, se hablaba de "nación" y todo el mundo entendía de qué se trataba; el inmigrante agachaba la cabeza y se asimilaba, y el éxito personal se basaba en una buena memoria recopiladora de datos y una gran velocidad para procesarlos... en fin, un mundo monológico y tranquilo, moral.
Pero de pronto marchamos hacia un mundo nuevo, un mundo en el que todos sabemos de nuestro derecho de participar en el diálogo; en el que aparecen un “Tú” y un “vosotros” que antes no estaban explícitos. Un mundo abierto, participativo, en el que todo tiene que ver con todo, en el que el hombre interactúa con la realidad; un mundo tan diverso como antes pero que ahora se “ve”, está expuesto, aunque no todos sepan de qué se trata. Como dice Umberto Eco*: "un mundo promotor de actos de libertad consciente que instalará al hombre como centro activo de una red de relaciones inagotables entre las cuales él instaura la (suya) propia"; un mundo ciudadano con roles indefinidos en el que se cuestiona todo. Todos somos buenos y malos al mismo tiempo, incluso el cura , que no parece cura ; el médico que "procesa" pacientes sin siquiera revisarlos; el abogado que usa la justicia; notarios que extienden escrituras de bloques de edificios a tanto por bloque; arquitectos que hacen “chalets” adosados; ingenieros que manejan redes informáticas o genes, según especialidad; militares que actúan en guerras para salvar “otras patrias”; guerras que se transmiten en vivo y en directo por la televisión; pilotos que operan computadoras que pilotean aviones; la familia sin abuelos y sin chicos; el hombre que trabaja quince horas por día; la mujer que reclama algo más que ser ama de casa; los minusválidos que se muestran por la calle y hasta trabajan; los tenderos en franca retirada ante las grandes superficies; el dinero de plástico; los obreros que reclaman legalmente por sus derechos; la muerte de la nación-estado; la política subordinada a la economía; los medios masivos que nos actualizan la información al segundo; el ordenador, Internet, la globalización; los sindicalistas que tuvieron que tranzar con el sistema; los políticos que han perdido la iniciativa -ya en manos de las finanzas; los maestros que descreen de los valores entonces enseñan dónde queda el Tajo o cuánto mide el Mont Blanc... en fin, un mundo en el que nada está en su lugar; un mundo inquieto, que despierta al diálogo, en el que la gente comienza a ver que han quedado al descubierto todas las mentiras (y las verdades) de aquel otro que va quedando atrás. Y a darse cuenta de que, envueltos en la velocidad y la precisión, deben desarrollar una gran imaginación para abordarlo. Ya no basta la memoria ni ser listo. Hay que ser reflexivo, tener espíritu investigativo, saber ubicar los datos, tener capacidad para descubrirlos, manipularlos, procesarlos, adentrarse en la lógica que los anima, sus paraqués, antes que almacenarlos en la memoria.
Con todo que este "nuevo" mundo que nos involucra nos ha alertado de nuestros derechos y facilitado la búsqueda de soluciones, lejos estamos de una puesta en común en la que el diálogo "ÿo-tú" se transforme en un "nosotros-vosotros" (José Isaacson) , que nos vuelque en los demás, que nos permita reconocernos en los demás y que espero sinceramente podamos poner en acto.
Cultura es todo lo que hace el hombre. Se es culto, entonces, en la medida en que se “hace”. Así, el hombre es a partir de sus actos. En este sentido, fijando metas y estableciendo procedimientos, recrea la cultura en la que está inmerso.
La cultura, para ser trascendente, exige de personas en actitud creadora, tipos armónicos [equilibrados] que sepan que su “estar” en el mundo está íntimamente ligado a la verdad de ser únicos, de ser uno en sí mismos aunque a partir de los demás. Se es culto en la medida en que uno se prodiga en el esfuerzo y se renueva en la recreación del encuentro con el otro, contagiando con fervor la puesta en común. Así, en el ámbito de la cultura no se juzgan niveles de conocimientos sino sabiduría de vida. Y la sabiduría de vida se logra en el esfuerzo por armonizar las actitudes volitivas, afectivas, intelectuales y de libertad. Nuestra cultura nos obliga a repensar cuidadosamente el complejo vivir actual, que a todas luces nos va impulsando al desinterés por los demás, a un sálvese quien pueda, al desencuentro.
Tal como se plantea nuestra forma de vida, ha quedado demostrado que altera el tiempo –lo acelera-, achica el espacio –excluye al diferente- e impone lo intrascendente. Todo lo contrario de lo que debería ser, pues si la vida no es capaz de abrirse a la plenitud del amor, de la inteligencia y de la libertad; si no hospitaliza al hombre que cae en el error para relanzarlo al mundo en busca de nuevas oportunidades, terminará sometiendo nuestra imaginación, quitándonos la libertad de hacer nuestros propios qués, cómos y cuándos y sometiendo nuestras conciencias en beneficio de una conciencia colectiva que vulnere nuestra existencia.
Ese es nuestro compromiso.
2.1.3 Ser persona
La educación: factor determinante
Mi experiencia en una escuela inglesa me alertó acerca de pautas educativas que poco tienen que ver con las nuestras de España. Y si algo agradezco al Colegio Alfonso XII es el haberme dado la oportunidad de incursionar por un mundo que sin ser mejor ni peor, sólo diferente, me ha permitido establecer comparaciones y lanzarme a investigar qué esperamos, recíprocamente, Europa de sus jóvenes y nosotros de Europa.
El ser humano, al igual que el animal, nace uno en la especie pero idéntico a todos los demás. Sin embargo, anidan en él unas potencias que lo diferencian de cualquier otro ser vivo. Su capacidad para pensar, para amar, para ser libre y para el pleno ejercicio de su voluntad lo identifican como el único individuo en condiciones de asumir su vida concientemente: no sólo vive sino que tiene conciencia de que va a morir.
Esta conciencia de muerte lo hace sumamente vulnerable pues, en su virtud, el hombre tiende a vivir buscando seguridades.
Esa debilidad, sin embargo, no es fatal. El ser humano es el único ser vivo capaz de cambiar sus propias circunstancias. La vaca, vaca muere; el hombre nace individuo pero tiene la posibilidad de morir persona. Y llega a ser persona cuando, en diálogo con los demás hombres, asume su propia creación. Es creador aquél sobre el que ha pesado una férrea educación que lo ha obligado éticamente con la vida, que lo ha impulsado irremediablemente a ser crítico (capaz de emitir un juicio certero), solidario (dado a los demás), comunitario (capaz de ponerse en común con los demás), exigente (escrupuloso), amplio (abarcativo de los demás), reflexivo (dado al análisis), abierto (capaz de dejarse abarcar por los demás), independiente (que obra según su propio criterio), apasionado (entusiasta, con adentros festivos), consecuente (perseverante), dialógico (capaz de escuchar), ocioso (reposado), democrático (capaz de aceptar las diferencias), comprensivo (capaz de entender los errores ajenos), valiente (fuerte, enérgico, animoso)... a vivir en busca de la verdad.
El mero individuo, carente de esas actitudes, vive sumido en la intrascendencia de los convencionalismos: es cobarde, inflexible, autoritario, machista, obcecado, miserable, monológico, egoísta, negocioso, inconsecuente, pragmático, servil... Vive en busca de seguridades y de prestigio social. (Ver Apéndice I)
Educarse, será, entonces, satisfacer la necesidad de plenitud de las potencias que nos caracterizan como seres humanos; transformadas éstas en actitudes, nos asumiremos personas con visión de nosotros mismos y del entorno como para insertarnos en él según nuestras propias capacidades. (Carlos A. Trevisi)
La educación verdadera es reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo (Paulo Freire, citado por Carlos Trevisi), es llegar a lo más profundo del encuentro para obtener resultados compartibles y ser capaces de poner en acto nuestros conocimientos y valores. (Ortega decía que toda obra creadora es hija del descontento, de la insatisfacción). “El conformismo paraliza las energías vueltas hacia la acción” (Ortega, citado por Carlos Trevisi).
“La educación es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad (Paulo Freire, citado por Carlos Trevisi), en que le pierda miedo a la libertad, en que pueda favorecer en el educando un proceso de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad. Una educación integradora logrará que el educando sea amplio para abarcar y tan abierto como para dejarse abarcar, combinación ésta que lo pondrá en común con los demás. Deberá asumir que su libertad, que es uno de los bienes más preciados de que dispone, no es negociable, que es sumamente frágil y que se consigue con un ejercicio permanente de su independencia. Finalmente, entenderá que ser solidario es algo más que dar: es darse. Y tiene que ser así porque la vida es cambio; todo lo que atañe a la vida es cambiante. Aunque nada hagamos para cambiar, cambiamos por la fuerza de un entorno que nos involucra sin atenuantes. Negar los cambios es vivir en el pasado, cerrarse a la realidad, quedar prisionero de la soledad y dejar vía libre para que el egoísmo y la especulación se apoderen de nosotros.
El camino que se transita es de cambio. Desde que irrumpimos en el mundo comenzamos el tránsito hacia el amo, pienso, puedo, soy libre; hacia nuestro propio crecimiento.
Se crece, únicamente, en estado de permanente cambio e incertidumbre; nada está garantizado. Sin embargo, esa es la sal de la vida: que seamos infinitos. Triste destino el de los hombres que no saben gozar de los privilegios de ser infinitos.
Nos toca vivir una época de cambios acelerados. Y aquí estamos para abordarlos.
Debemos agradecer a Europa que nos brinde esta oportunidad. Nos está enseñando el camino para que podamos ponernos en acto.
2.2. Análisis de la situación
2.2.1 La juventud europea: la pérdida de la ideología
Si entendemos por ideología el conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona no creo que pueda decirse que haya una pérdida de ideología en los jóvenes. Me inclino a pensar, mas bien, que lo que nos ha sucedido, como también a los mayores, es que la realidad se nos ha disparado en las narices y no sabemos cómo abordarla.
Si, en cambio, se trata de ideas que caracterizan el pensamiento de una época , parece que aquellos que ostentan el poder en las tinieblas y cometen los más atroces crímenes (no importa el bando al que pertenezcan), sí saben de qué se trata: son los hacedores de esa realidad que no sabemos cómo abordar.
Nos toca a nosotros esclarecernos de ella y responder a su llamado. Y no nos resulta fácil.
Veamos si no:
1. Afganistán
“Se ha abierto una nueva página en la historia de Afganistán”, aseguró, corajuda, una joven de 35 años que manifestó su intención de presentarse como candidata a la presidencia del país durante la Gran Asamblea. Un centenar de mujeres que acompañaban a la joven profesional médica que aspira a la presidencia de Afganistán abucheó a los señores de la guerra según iban entrando a la carpa donde se celebraba la reunión. (“El País)
2. Justicia
Un juez autoriza a un hombre separado a visitar a su perro los fines de semana. Se trata de un caniche, propiedad de su mujer, que por haber sido comprado mientras estaban casados, es bien ganancial. Se ha consensuado el acuerdo por el bien del perro. (Juzgado de San Vicente del Raspeig, Alicante) Periódico “20 minutos”, Madrid.
3. Crímenes contra la humanidad
“No fueron Hiroshima y Nagasaky crímenes contra la humanidad? ¿Ya prescribieron? ¿Nadie los juzgará? Grafodrama de El Roto, en “El País”
4. ETA siembra el pánico en la costa alicantina y mata a una niña de seis años.
Los terroristas no avisaron de la colocación en Santa Pola de una bomba que acabó también con la vida de un hombre de 57 años y causó heridas a otras 34 personas. “El País”, 5 de agosto de 2002.
5. El Pentágono planea enviar comandos a todo el mundo para matar a miembros de Al Qaeda.
“El País”, 13 de agosto de 2002 [...] Kissinger propuso que se diera por terminado el respeto a las soberanías nacionales y que EEUU asumiera sin complejos la dirección de un imperio mundial. ”La nueva visión es revolucionaria”, escribió Kissinger y afirmó que “las leyes internacionales que no permiten los ataques preventivos contra amenazas potenciales (como el ataque a Irak) en nombre de la eficacia en la lucha contra la amenaza terrorista...”.
6. Bush entierra la doctrina de la disuasión y abre paso a los ataques preventivos.
“EEUU se atribuye el derecho a lanzar ataques preventivos contra otras naciones y a actuar al margen de las organizaciones internacionales cuando así lo aconsejen sus propios intereses [...] y trabajará activamente para extender su modelo de capitalismo al resto del planeta. La estrategia se basará en un internacionalismo típicamente americano que refleje la unión de nuestros valores y nuestros intereses nacionales. La actitud de EEUU no sienta precedentes y ninguna nación podrá utilizar la prevención como pretexto para la agresión”. “El País”, 21 de septiembre de 2002.
Es imprescindible responder a la convocatoria de los hechos: no es uno quien los elige, es la realidad la que nos convoca lanzándonoslos a la cara. Mario Botta, un eximio artista italiano, refiriéndose a su profesión de arquitecto, nos dice estar convencido de que "no es el arquitecto quien elige sus temas sino, por el contrario, son los temas quienes eligen al arquitecto. Es la vida misma la que ofrece de tanto en tanto ocasiones y posibilidades, como dones que esperan ser recibidos por él para reinterpretar y escribir la historia de nuestra cotidianeidad" (El Cronista, Buenos Aires, 15 de septiembre de 1993).
Tampoco es Jorge Luís Borges ajeno a esta idea. En "Atlas", (Lumen, Barcelona
1999) nos dice que "cabe pensar que un escultor sale en busca de un tema. (Sin
embargo) esa cacería mental es más propia de un perseguidor de sorpresas que de
un artista. Más verosímil es conjeturar que el eventual artista es un hombre que
bruscamente ve." ¿No se repite la idea en Borges cuando dice que “el eventual
artista es un hombre que bruscamente ve”, no es la realidad la que se le
presenta convocándolo?
José Hierro, poeta español recientemente fallecido manifiesta que "La poesía se escribe cuando ella quiere". ¿No se reitera el tema? ¿No es la realidad la que nos convoca?
La brutal presencia de los hechos tiene que obligarnos a la aventura de modificarlos. El camino, para comprender este mundo (y mejorarlo) sería enterarse de los hechos, aceptar su convocatoria, hacerse con ellos, transformarlos y hacer pública la tarea para que trascienda.
Para abordar ideológicamente esta constelación de sucesos que a diario golpean nuestra inteligencia (¿cómo pudo suceder?); nuestra voluntad (tengo que hacer algo...); nuestro afecto (qué dolor profundo me causa!) y mi libertad (me siento preso de la injusticia), bastaría con un sistema de ideas que entendiera los qués, cómos, cuándos, porqués y paraqués de la inteligencia, de la voluntad, del amor y de la libertad. Ese sistema está dado, ya existe. Hay que recuperarlo. La inmigración, el desempleo, las drogas, el alcohol, el ocio improductivo, la discriminación racial, la inseguridad, la televisión, el consumismo, el terrorismo, la injusticia, la guerra... son todos problemas que nos acosan y que, por lo visto, no han podido superarse ni se ve que vayamos camino de ello.
Mi propuesta es partir del hombre; ir hacia él y abordarlo en toda su inmensidad para que reconozca sus capacidades, para que logre actuar por sí mismo; alentarlo a que viva, a que descubra toda la creación que hay en él, su naturaleza dialogal; romper con su individualismo y despertar su solidaridad, su apasionamiento, su capacidad reflexiva.
Mi apuesta es por una actitud que lo abra al cambio, que favorezca una sociedad europea comprometida con el hombre y en ejecución de sus valores.
Será la sociedad europea la que decida acerca de su destino y serán los gobiernos los depositarios administrativos de sus intereses. La elección de valores, la fijación de metas y la implementación de procedimientos son indelegables y de exclusiva incumbencia de la sociedad.
“Las sociedades sumidas en el egoísmo detienen la marcha porque transfieren sus compromisos al poder de turno según un pacto que no es tan infrecuente: enajenan su conciencia a cambio de seguridades” (Carlos Trevisi)
Y algo de eso nos está comenzando a pasar: la falta de participación, la falta de puesta en acto.
Ha llegado el momento de que los jóvenes convirtamos la inmovilidad en tránsito y de que participemos algo más que de visita ante los cambios que se nos precipitan. Como nunca antes, los replanteos del mundo globalizado de fin de siglo, exigen de nosotros una actualización que excede el marco de la capacitación tradicional. Ser joven, hoy día, obliga a saber pensar. Pero este campo de las ideas no basta. No alcanza con explicarse qué, cómo y porqué. Se hace imprescindible instrumentar el cambio, manejar las herramientas. En este sentido, el nuevo mundo nos está reclamando capacitaciones cuya implementación ya no puede esperar más.
José Hierro, poeta español recientemente fallecido manifiesta que "La poesía se escribe cuando ella quiere". ¿No se reitera el tema? ¿No es la realidad la que nos convoca?
La brutal presencia de los hechos tiene que obligarnos a la aventura de modificarlos. El camino, para comprender este mundo (y mejorarlo) sería enterarse de los hechos, aceptar su convocatoria, hacerse con ellos, transformarlos y hacer pública la tarea para que trascienda.
Para abordar ideológicamente esta constelación de sucesos que a diario golpean nuestra inteligencia (¿cómo pudo suceder?); nuestra voluntad (tengo que hacer algo...); nuestro afecto (qué dolor profundo me causa!) y mi libertad (me siento preso de la injusticia), bastaría con un sistema de ideas que entendiera los qués, cómos, cuándos, porqués y paraqués de la inteligencia, de la voluntad, del amor y de la libertad. Ese sistema está dado, ya existe. Hay que recuperarlo. La inmigración, el desempleo, las drogas, el alcohol, el ocio improductivo, la discriminación racial, la inseguridad, la televisión, el consumismo, el terrorismo, la injusticia, la guerra... son todos problemas que nos acosan y que, por lo visto, no han podido superarse ni se ve que vayamos camino de ello.
Mi propuesta es partir del hombre; ir hacia él y abordarlo en toda su inmensidad para que reconozca sus capacidades, para que logre actuar por sí mismo; alentarlo a que viva, a que descubra toda la creación que hay en él, su naturaleza dialogal; romper con su individualismo y despertar su solidaridad, su apasionamiento, su capacidad reflexiva.
Mi apuesta es por una actitud que lo abra al cambio, que favorezca una sociedad europea comprometida con el hombre y en ejecución de sus valores.
Será la sociedad europea la que decida acerca de su destino y serán los gobiernos los depositarios administrativos de sus intereses. La elección de valores, la fijación de metas y la implementación de procedimientos son indelegables y de exclusiva incumbencia de la sociedad.
“Las sociedades sumidas en el egoísmo detienen la marcha porque transfieren sus compromisos al poder de turno según un pacto que no es tan infrecuente: enajenan su conciencia a cambio de seguridades” (Carlos Trevisi)
Y algo de eso nos está comenzando a pasar: la falta de participación, la falta de puesta en acto.
Ha llegado el momento de que los jóvenes convirtamos la inmovilidad en tránsito y de que participemos algo más que de visita ante los cambios que se nos precipitan. Como nunca antes, los replanteos del mundo globalizado de fin de siglo, exigen de nosotros una actualización que excede el marco de la capacitación tradicional. Ser joven, hoy día, obliga a saber pensar. Pero este campo de las ideas no basta. No alcanza con explicarse qué, cómo y porqué. Se hace imprescindible instrumentar el cambio, manejar las herramientas. En este sentido, el nuevo mundo nos está reclamando capacitaciones cuya implementación ya no puede esperar más.
2.3 Propuestas
Cómo reforzar los valores democráticos y aumentar la legitimación de las instituciones europeas
2.3.1 Antecedentes
Si hay una comunidad que podría quedar exenta de las injusticias de un capitalismo que ha olvidado que es apenas un medio y no un fin en sí mismo, esa comunidad es la europea. Valdría preguntarse a qué injusticias me refiero.
“El País” del 28 de junio de este año de 2002, en su suplemento “Domingo”, titula “La enfermedad moral del capitalismo” un artículo sobre el “crash bursátil” (que relaciono con la bolsa y me llena de espanto pese a no entender técnicamente de qué se trata). En uno de sus apartados dice: “Millones de personas están perdiendo su dinero o se han arruinado. Pero lo más dramático está por llegar: el momento en que el contagio se traslade de los pequeños accionistas a la solvencia de los bancos”. Trae doce fotos de personajes a los que se les ha caído la careta por sus delitos al frente de las más reconocidas empresas estadounidenses.
Otro apartado, que fue el que me alertó acerca de las miserias en las que se ha ido cayendo, reza textualmente: “El gobierno de Bush está repleto de empresarios reconvertidos en políticos. Tanto el presidente como el vicepresidente Cheney están siendo investigados”.
En “El futuro no es lo que era”, una conversación entre Felipe González y Juan Luis Cebrián, dice el primero que un tercero –Antonio Garrigues- le manifestó durante un almuerzo: “No me discutirás que EEUU manda en la globalización”, a lo que González respondió: “No lo discuto; mi única duda es quién manda en EEUU”, refiriéndose, sin duda al poder económico.
III.2 Conclusión
Si el dinero, la especulación y todo lo que deriva de ellos se hacen con la política, podemos concluir en que la DEMOCRACIA se transformará en una mera formalidad cuyas instituciones nos convocarán sólo a votar, violentando nuestra capacidad para “elegir valores, fijar metas y establecer procedimientos”. Una democracia con estas características nos haría perder capacidad reflexiva, nos tornaría impulsivos, perderíamos de vista los valores, nos desvincularía a unos de otros, se rompería el diálogo, caeríamos en la inacción y quedaría el campo libre para el sometimiento del hombre por el dinero. (Apéndice II)
Sería importante que todos asumiéramos esta realidad y se nos siguieran abriendo puertas a los jóvenes para poder aumentar la fidelidad que debe guardársele a las instituciones europeas, desconocidas para nosotros, los jóvenes, y en descrédito por parte de los mayores, que, a la luz de algunos de sus resultados, no se preocupan –ni ocupan- de ellas.
Los jóvenes no somos de participar en trabajos institucionales –acaso por las diferencias que cunden entre nuestra naturaleza expeditiva y aquella otra de las instituciones, más lentas y deliberativas; creemos poco en las instituciones, pasamos de ellas, y si bien para abordar un conflicto no se puede prescindir de las pautas que imponen, no menos cierto es que nos interesa más el conflicto que la institución. No es raro, entonces, que así se hayan manifestado los jóvenes europeos que hacia el 10 de julio se reunieron en Bruselas para debatir cómo debe ser la Unión Europea. En “El País” de la misma fecha, cuando se anuncia el evento, se dice que “los jóvenes se alejan de las políticas de los gobiernos” y que están dispuestos a “dar un toque diferente al debate sobre el futuro de Europa”. Un sondeo difundido por la Unión Europea arrojó que los jóvenes “centran sus preocupaciones en problemas como el paro, la pobreza y la exclusión (79% de los encuestados), los derechos humanos y la democracia [...] (Entre los adultos consultados) el respeto de los valores democráticos y los derechos humanos figuran en el séptimo lugar de sus preocupaciones.”
Los números ratifican nuestro interés por temas distintos.
Buena parte de lo dicho hasta ahora es significativo de cómo reforzar los valores democráticos. El problema radica, sin embargo en proyectarlos desde cada uno de los países miembros hacia la Unión Europea, que, en definitiva, habrá de ser la que custodie esos valores, los garantice, los funcionalice y los ponga en acto.
No he visto Europa como para tener una idea acabada –acaso mi juicio tampoco sería del todo idóneo- de todas las circunstancias que hacen a su puesta en común, pero conociendo Inglaterra, Francia y España (y tampoco demasiado), a simple vista, hay grandes diferencias que las separa. La incorporación a la Unión Europea de países del centro de Europa (Chequia o Eslovenia, por caso) o de Turquía, tan ajenas a la Europa Occidental, exigiría aún un esfuerzo mayor por ambas partes para su integración.
La salida a estas diferencias tiene
que ser política y en el ámbito de la democracia. Y no puede ser una democracia
chirle. Como dice Felipe González (obra citada) , “la crisis del poder es la de
la representatividad política. Hay que repartir poder hacia abajo. Tenemos que
aceptar que la democracia sea local, relevante para la vida de los ciudadanos y
tener, al mismo tiempo un poder global. Ésa es la organización deseable para
Europa. El poder de la nación-estado será, cada vez más, un poder de
coordinación hacia abajo y hacia arriba”
Tamaño desafío nos exige a los jóvenes capacitarnos para una participación activa en las instituciones intermedias que, a la par de abrigar nuestros intereses, nos adentrarán en su funcionamiento: sus luchas internas por razones partidocráticas, sus limitaciones por egoísmos personales, su manejo interno, sus logros posibles... En este sentido bastaría con acercarse y participar en las concejalías de la juventud , centros de estudiantes en Institutos; enterarnos e impulsar la divulgación informática del quehacer de los jóvenes en los distintos países que integran la Unión Europea, webs especialmente orientadas a la juventud; conectarnos con la redes europeas que fomentan la integración y los intercambios estudiantiles; imponernos el aprendizaje y la difusión de las lenguas modernas como para poder interactuar con jóvenes de otros países y anticiparnos, así, a lo que ocurre; investigar las incalculables posibilidades que nos brindan los Programas Sócrates, Erasmus, Leonardo Da Vinci. ¿Que somos sólo dos o tres?... pues multipliquemos por pueblos o institutos y después veremos cuántos somos.
Cabe a los docentes estimular nuestro interés por la Unión Europea (comprometiéndose más allá de la transmisión de conocimientos puros y duros) y nuestra participación en debates, foros, congresos, conferencias; favorecer el intercambio de estudiantes entre colegios del mismo país; abrir caminos que nos orienten naturalmente hacia los representantes políticos; adentrarse en las nuevas tecnologías de la información y aplicarlas a sus especialidades; alternar la impartición de sus cátedras en distintos colegios para ver otras realidades; aprender idiomas para salir del ámbito de su país en reconocimiento de nuevas modalidades de enseñanza; alentar la comunidad educativa penetrando el ámbito de la familia con el objeto de incorporarla a la escuela; favorecer un acercamiento de los estudiantes de FP a los de bachillerato...
Cabe a los políticos, escucharnos, abrir las puertas de sus despachos, concurrir a los colegios y dar charlas para jóvenes, prodigarse en respuesta a nuestras inquietudes, descubrir que una puesta en común con otras naciones es ampliar la soberanía, no perderla; mantener un ojo avizor sobre los jóvenes y sus problemas; bajar del pedestal desde donde teorizan, para enterarse de la realidad...
Y a nuestros mayores (padres y maestros) que tienen que dar cabida a nuestra imaginación (que no todo pasa por saber dónde queda el Yant Sé ni cuánto mide el Danubio), que tienen que ponerse en común en el ámbito de la escuela, primera institución por donde incursionamos todos y de cuya realidad abrevamos durante años; los padres, reconociendo que son los primeros educadores –con el compromiso que esto conlleva- pero que la educación de sus hijos incluye a los maestros como fuerza vital de todo el proceso; y los maestros incorporando a los padres a su quehacer cotidiano invitándolos a la escuela, a sus aulas, a ver a sus hijos en crecimiento.
No será fácil legitimar nuestras instituciones democráticas si no partimos de una práctica intensiva que autorice la plena participación de todos.
Desde nuestra más tierna infancia vivimos en permanente institucionalización. Abramos nuestras instituciones: desde la escuela, pasando por el instituto, el voluntariado, las ONGs hasta las políticas, de modo que al llegar a esas instancias seamos dignos de ellas.
Será tarea de nuestra generación joven resolver, a no muchos años vista, una serie de problemas que se van instalando en la democracia y para los que no hay respuesta aparente: la velocidad del mundo y sus exigencias perentorias; su condicionamiento por parte de los intereses financieros y mediáticos; la pasividad y desgano de la ciudadanía y su consiguiente vulnerabilidad (que puede hacerla caer víctima de la demagogia), la lentitud de los procedimientos parlamentarios, en fin, “la destrucción silenciosa del tejido social” (Yves Michaud, entrevista de Josep Ramoneda, “El País” , 30 de junio de 2002).
Tamaño desafío nos exige a los jóvenes capacitarnos para una participación activa en las instituciones intermedias que, a la par de abrigar nuestros intereses, nos adentrarán en su funcionamiento: sus luchas internas por razones partidocráticas, sus limitaciones por egoísmos personales, su manejo interno, sus logros posibles... En este sentido bastaría con acercarse y participar en las concejalías de la juventud , centros de estudiantes en Institutos; enterarnos e impulsar la divulgación informática del quehacer de los jóvenes en los distintos países que integran la Unión Europea, webs especialmente orientadas a la juventud; conectarnos con la redes europeas que fomentan la integración y los intercambios estudiantiles; imponernos el aprendizaje y la difusión de las lenguas modernas como para poder interactuar con jóvenes de otros países y anticiparnos, así, a lo que ocurre; investigar las incalculables posibilidades que nos brindan los Programas Sócrates, Erasmus, Leonardo Da Vinci. ¿Que somos sólo dos o tres?... pues multipliquemos por pueblos o institutos y después veremos cuántos somos.
Cabe a los docentes estimular nuestro interés por la Unión Europea (comprometiéndose más allá de la transmisión de conocimientos puros y duros) y nuestra participación en debates, foros, congresos, conferencias; favorecer el intercambio de estudiantes entre colegios del mismo país; abrir caminos que nos orienten naturalmente hacia los representantes políticos; adentrarse en las nuevas tecnologías de la información y aplicarlas a sus especialidades; alternar la impartición de sus cátedras en distintos colegios para ver otras realidades; aprender idiomas para salir del ámbito de su país en reconocimiento de nuevas modalidades de enseñanza; alentar la comunidad educativa penetrando el ámbito de la familia con el objeto de incorporarla a la escuela; favorecer un acercamiento de los estudiantes de FP a los de bachillerato...
Cabe a los políticos, escucharnos, abrir las puertas de sus despachos, concurrir a los colegios y dar charlas para jóvenes, prodigarse en respuesta a nuestras inquietudes, descubrir que una puesta en común con otras naciones es ampliar la soberanía, no perderla; mantener un ojo avizor sobre los jóvenes y sus problemas; bajar del pedestal desde donde teorizan, para enterarse de la realidad...
Y a nuestros mayores (padres y maestros) que tienen que dar cabida a nuestra imaginación (que no todo pasa por saber dónde queda el Yant Sé ni cuánto mide el Danubio), que tienen que ponerse en común en el ámbito de la escuela, primera institución por donde incursionamos todos y de cuya realidad abrevamos durante años; los padres, reconociendo que son los primeros educadores –con el compromiso que esto conlleva- pero que la educación de sus hijos incluye a los maestros como fuerza vital de todo el proceso; y los maestros incorporando a los padres a su quehacer cotidiano invitándolos a la escuela, a sus aulas, a ver a sus hijos en crecimiento.
No será fácil legitimar nuestras instituciones democráticas si no partimos de una práctica intensiva que autorice la plena participación de todos.
Desde nuestra más tierna infancia vivimos en permanente institucionalización. Abramos nuestras instituciones: desde la escuela, pasando por el instituto, el voluntariado, las ONGs hasta las políticas, de modo que al llegar a esas instancias seamos dignos de ellas.
Será tarea de nuestra generación joven resolver, a no muchos años vista, una serie de problemas que se van instalando en la democracia y para los que no hay respuesta aparente: la velocidad del mundo y sus exigencias perentorias; su condicionamiento por parte de los intereses financieros y mediáticos; la pasividad y desgano de la ciudadanía y su consiguiente vulnerabilidad (que puede hacerla caer víctima de la demagogia), la lentitud de los procedimientos parlamentarios, en fin, “la destrucción silenciosa del tejido social” (Yves Michaud, entrevista de Josep Ramoneda, “El País” , 30 de junio de 2002).
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