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martes, 26 de junio de 2012

CUR?, INQUIT AGNUS.

ÍNDICE GENERAL de "EL CULTURAL"


Castrati

El Papa viaja a Sidney para celebrar la Jornada de la Juventud.
La polémica surge en Australia al reabrirse el caso de un sacerdote que...
más de lo mismo

Cuando mis curas amigos me decían, hace años ya, que el compromiso de un cura era mayor que el de un militante, me permitía discrepar. Ese es uno de los problemas que tiene la Iglesia: pensar que sus curas son distintos (y mejores) que el resto de la militancia. La realidad indica que la cuantificación de curas degenerados (fuera del género) es terriblemente alta respecto de aquella del resto de la humanidad. El Papa anda por el mundo pidiendo perdón por sus curas. A nadie le importa. A los militantes porque los avergüenza, a los "outsiders" porque no les extraña y a mi porque, en verdad, mientras sigan buscando curas por necesidades administrativas, creo lo único que pueden recoger es esto que está a la vista: sacerdotes autoritarios, degenerados, sometidos a la contranatura de las imposiciones. He conocido decenas  de sacerdotes; los mejores terminaban abandonando los hábitos, escapándose  a otras religiones -la Iglesia Anglicana sobre todo- o suicidándose.
Mal va la cosa, Señor Papa.

Y tanto peor cuánto su reinado no se anima/ quiere/sabe/puede/intenta abordar una realidad lacerante: acaba de manifestar en el corazón de las miserias más atroces que puede padecer un ser humano -África- donde habitan  casi el 70 % de los sidóticos del mundo, que no se debe usar el condón.

Se podría respetar su forma de pensar como se respeta la de cualquier otro si no fuera que lo anima un delirio ancestral por tener protagonismo en vidas y haciendas con una permanente invasión de jurisdicciones que no le son propias. ¿Por qué aparta Ratzinger a la militancia de la Iglesia? ¿Es que no sabe que la Iglesia es apenas el refugio de los desesperados y de los que quieren lucir el boato de una boda? 

Vaya uno a saber. Lo que sí está claro es que los que lo siguen dan una prueba inequívoca de inocencia y sumisión que espanta. Parecen títeres con una sonrisa sin gracia dibujada en un rostro inexpresivo que sólo se sincera  cuando protesta airadamente contra los que no piensan como ellos.
    
No he leído ni escuchado a la jerarquía eclesial del Episcopado Español emitir  ningún comentario acerca de los 4.000.000 de desocupados, de su desesperación para poder dar de comer a sus hijos, de las causas que la motivaron,  ni nada por el estilo. Los he visto, sin embargo, en los telediarios y en los periódicos intervenir en temas tales como la materia Educación para la ciudadanía, matrimonios entre homosexuales, aborto,  y mil cosas más que son de exclusiva incumbencia  de la política. ¿Por qué será?

Recientemente un obispo argentino fue fotografiado en una playa mejicana arrumaco va, arrumaco viene con un apuesta dama, mientras gozaban de las olas y de la flotabilidad de la mar salada. Sus orimeras declaraciones -las del obispo, claro-, fueron que la dama en cuestión era una amiga de la infancia y que lamentaba el equívoco  que su imprudencia pudiera haber... etc., etc., etc. Cuando se destapó la olla, uno o dos días después, renunció a todo - a ser obispo, a ser cura-, (menos a  ser persona, algo que sus alforjas de cierre incierto habían dejado caer en su camino hacia la hipocresía) 
Lo que más indigna  no es que el cura tenga una amante, de lo cual puede hasta arrepentirse: indigna que MIENTA, que después de haber sido visto en una actitud que ensombrece su investidura haya pretendido salvarse MINTIENDO. COBARDE, MEZQUINO, TRAIDOR DEL MENSAJE QUE HA TRANSMITIDO DURANTE AÑOS Y AÑOS. FALSARIO INESCRUPULOSO.
Nunca olvidaré  aquello que me dijera un católico entregado a su fe: "yo soy amigo del Papa y el Papa es mi amigo" mientras defraudaba a la comunidad quedándose con dineros que no le pertenecían.


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