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domingo, 17 de junio de 2012

EDUCACIÓN: NIVEL INFANTIL

ÍNDICE GENERAL de "EL CULTURAL"

Fundación Emilia María Trevisi
Cambiar para crecer

Contenidos



1. El pequeñín de la casa va a la escuela ¿Qué debe encontrar en ella? 

Ana Lacorazza
DIÁLOGOS educativos

El ingreso a la escuela constituye, para el niño, una experiencia social diferente de la vivida en el seno familiar. Este primer encuentro con una realidad que desconoce y que lo afecta emocionalmente pero que es inevitable, se corresponde con la necesidad de su desarrollo social. Es en estas circunstancias que cada niño, que llega a la escuela con pautas sociales y culturales propias y diferentes a las de los demás niños, se enfrenta con sus pares para integrarse y pertenecer a un nuevo grupo social.
A partir de ahora la comunidad escolar será un nuevo eje en su vida y corresponde al maestro facilitar al niño el tránsito, allanar el último tramo del camino que lo ha traido desde el hogar.
Y aunque reafirmamos que la escuela no sustituye al hogar ni el maestro a los padres, ni unos ni otros quedan exentos de asumir los roles que les corresponden como sujetos activos de la educación del niño. Por lo tanto, ambos deberán aprender que las nuevas circunstancias requieren una puesta en común en favor del pequeño.
Durante este proceso la escuela no puede dejar de conocer la realidad familiar de la cual proviene: cómo se relaciona con los padres, las circunstancias que envuelven su vida cotidiana (sus hábitos alimenticios, de higiene, si cohabita con abuelos, con hermanos, si los padres están separados, quién es su médico de cabecera, con qué frecuencia lo visita, si ve televisión, durante cuánto tiempo, etc), con el objeto de insertarlo, lo menos traumáticamente posible, en el nuevo medio.
La familia esperará del maestro que sea la medida de las necesidades de su hijo y su refugio para cuando se sienta inseguro.
Esta conducta por parte del maestro no sólo ayudará al niño en su adapta-ción sino que facilitará los aprendizajes futuros, cuando, ya integrado, el maestro se aboque a la tarea específica que le cabe.
De esta manera el niño irá adaptándose poco a poco, incorporándose y sintiéndose parte del grupo. Su grado de madurez social se advertirá cuando sea capaz de ponerse en común con sus pares y adopte una actitud solidaria en la resolución de los problemas que vayan surgiendo.
Las actividades cotidianas, las situaciones y experiencias vividas, ayudarán a la reflexión del maestro que, atendiendo siempre a los intereses y necesidades del grupo, aportará lo suyo para ir avanzando a través de un aprendizaje significativo.
Como consecuencia de esa reflexión el aprendizaje será el resultado de un proceso de construcción participativo cuyo motor será un maestro imaginativo, capaz de crear las condiciones adecuadas para que el niño, en interacción con él, con sus compañeros y en uso de los recursos de que dispone, actúe sobre la realidad planteando hipótesis, experimentando y sacando conclusiones. Así, con un docente comprometido con la tarea, se logra que los niños conozcan, interpreten, utilicen y valoren el medio que los rodea.
Desempeñar el rol de maestro, ser maestro, es algo más que cumplir con los moldes didácticos que imponen las editoriales. Es consustanciarse con el cambio acelerado que se está produciendo en la familia, en las relaciones entre los hombres y comprometerse en una perentoria necesidad de participación inclusiva de todos los llamados a intervenir.
Es hora de dejar de pensar en los niños como depositarios de nuestros conocimientos; es hora de asumir a la familia y traerla a la escuela, es hora de la puesta en común entre compañeros maestros.
Es hora de ser maestros.

2. ¿Qué se aprende en el nivel infantil? 

Ana Lacorazza
DIALOGOS educativos

El nivel infantil cumple una importante función social. Hoy día las cosas han cambiado y, lo que se entendía como mera convivencia, se ha transformado en una necesidad abarcativa de otros intereses: se aspira a que los los pequeños se apropien de los bienes culturales de la sociedad.
Así, la escuela tiene la misión de centralizar la acción educativa en la comprensión de esa realidad. Para ello, la escuela se vale, como institución, de contenidos propios. Pero, ¿qué son "contenidos"? El catalán César Coll señala en sus "Cuadernos de pedagogía" que "...el término contenido designa cualquier aspecto de la realidad susceptible de ser conocido (medios, principios, conceptos, procedimientos, valores, actitudes y normas) y con relación al cual el alumno puede construir significados más o menos ricos, más o menos precisos según su mayor grado de complejidad" .
Otro pedagogo español, Gimeno sacristán, al hablar de contenidos, nos dice:
"Comprenden todos los aprendizajes que los alumnos deben alcanzar para progresar en las direcciones que marcan los fines de la educación en una etapa de la escolarización, en cualquier área o fuera de ella, para lo que es preciso estimular comportamientos, adquirir valores, actitudes y habilidades de pensamiento, además de conocimientos".
De estas definiciones se desprenden tres grandes campos: el de los concimientos, el de las actitudes y habilidades y el de los valores, campos estos a los que podríamos denominar como del "saber", del "saber hacer" y de "saber ser".
Los contenidos referidos al "saber" que conforman los que llamaremos "contenidos conceptuales" son las ideas, principios, conceptos, hechos, interacciones, secuencias. No debemos confundir estos contenidos con "temas". Provienen de las distintas áreas del conocimiento, actúan como ejes de las asignaturas y proporcionan la información necesaria para poder asimilar, acomodar y adaptarse a la realidad.
Los correspondientes al "saber hacer" incluyen las técnicas, habilidades y destrezas, las estrategias, los procedimientos motrices y cognitivos, y se los llama "contenidos procedimentales". Tampoco deben confundirse estos con las estrategias didácticas utilizadas por los maestros, ni con las actividades de los alumnos. Abarcan procesos superiores e interiores, como el aprendeer a comparar, a discriminar, a observar , a decidir.
Por último, pero no por ello menos importantes, los referidos al "saber ser", llamados actitudinales, que apuntan a las normas, a los valores y a las actitudes y que coexisten junto a los conceptos y procedimientos y que forman al individuo según una escala de valores.
Ni los contenidos procedimentales ni los actitudinales son privativos de área alguna: se entrelazan, y sostienen a cada una de ellas, estando presentes en cada proceso de aprendizaje.
Los contenidos en la educación infantil deben orientar la formación de competencias para su desenvolvimiento social en un mundo nuevo y cambiante, a la par que cimiento de futuros aprendizajes y procesos de construcción del conocimiento, que son la base de la educación permanente.


Repitan conmigo: "Pa, pe, pi, po, pu"

Ana Lacorazza
DIALOGOS educativos

Considero esencial resaltar el significado del término "aprendizaje en la certeza de que coincidiremos en lo que estimo significa "aprender". Si así no fuera, holgaría cualquier conclusión.
El aprendizaje debe concebirse como un proceso de construcción personal en el que el sujeto que aprende es el protagonista.
Cuando hablamos de "construcción" no hablamos de un albañil, hablamos de un arquitecto. Cuando hablamos de "protagonista" no hablamos de un actor. Hablamos de un autor.
El niño tiene necesidad de conocer todo aquello que le interesa, de aquello que es parte de su vida aquí y ahora.Su naturaleza dialógica lo empuja al encuentro, de allí que se interese por conocer el nombre de sus amigos; su naturaleza biológica lo empuja al conocimiento de aquello que le interesa.
De ser así, y no lo dudamos, no se puede concebir un nivel infantil en el que los pequeños vocalizan y memorizan "pa, pe, pi, po, pu."; "ma, me, mi,...etc". para luego combinar "ma" con "pa", "po" con "po"; "pu" con "ma".
¿Por qué limitarse al "pa, pe, pi..." si su mejor amigo se llama Juan y quiere aprender a leer y escribir ese nombre? Por qué seguir trabajando con repeticiones de sílabas sin sentido, con memorizaciones descolgadas de su realidad? ¿Cómo vamos a empujarlos a que apilen ladrillos que inventó otro para que hagan una casa que diseñó otro? La albañilería es una técnica que exige precisión, cuidado, prolijidad y conocimiento. Ser albañil no está mal. Lo malo es conformarse, pudiéndose llegar a ser arquitecto.
El conocimiento no es una copia de la realidad. Hemos sido concebidos para ver el mundo y vernos en el mundo, para trascender con actos creativos. Debemos permitir a los niños realizar una tarea inteligente de elaboración de estrategias personales que autoricen su apropiación de la lectoescritura interactuando con el material, con el maestro, con sus compañeros y con lo que él ya sabe.
¿Cómo llegar a ser un arquitecto del propio aprendizaje?
Debemos orientar a los niños para que aprendan a elegir. El maestro tiene que asumir que están comenzando a desarrollar esa capacidad y su tarea es la de favorecerla. A partir del momento en que el niño elige ( y, consecuentemente descarta, como es inevitable) asume el protagonismo de su aprendizaje.
¿Cómo lograr ese protagonismo en la escuela?
Los distintos momentos que organizan la dinámica cotidiana son propicios para interactuar con la lengua escrita: las actividades iniciales, cuando los niños escriben en la pizarra su propio nombre como registro de su asistencia, o de su condición de "secretarios"; en las actividades de conjunto, cuando se interpretan textos o anticipan contenidos a partir de imágenes de cuentos o envases, anuncios, etiquetas, etc; cuando finaliza la jornada, momento en que los chicos registran el préstamo de material bibliográfico o revistas para llevar a casa; a partir de experiencias directas : "vamos a conocer la carnicería del papá de Pedro"; a partir de la necesidad de organizar materiales para un juegoproyecto ("juguemos al circo") ; a partir de situaciones problemáticas: "¿cómo podemos hacer que los papás se enteren que habrá vacunación en la escuela?"; a partir de propuestas circunstanciales que surjan del interés es-pontáneo de los niños ("¿Qué nombre le pondremos a la mascota de la sala? ¿Y si votamos?").
Es necesario crearle al niño situaciones en las que sienta la necesidad de escribir. Hay que problematizarlo, cuestionarlo para que cree sus propias hipótesis y sea capaz de comprobarlas. Aquí la intervención del maestro debe ser la adecuada para impulsar al niño a la conclusión de que el resultado, la comprobación, debe ser escrita. "Mirad que bonita es la tortuga que nos han regalado para que sea nuestra mascota. Yo de pequeña tuve una que se llamaba Pepita. Pero la nuestra no tiene nombre... ".
Ya está planteado el estímulo: "lástima es...". La hipótesis será el alboroto de 20 niños proponiendo nombres, y, el resultado, cada niño escribiendo el nombre de su elección para elegirlo, democráticamente, mediante una votación. Los ladrillos serán defectuosos, el diseño imperfecto, pero los alumnos van camino de ser arquitectos: el proceso de aprendizaje no admite más que un albañil: el maestro.
El maestro debe salir de su refugio cómodo y seguro, desde donde controla todo; re-educarse, aprendiendo de la naturaleza inocente, abierta, curiosa, sin prejuicios de sus alumnos, y actuar con la solvencia de sus capacidades, madurez y seriedad profesional.
Alguno se preguntará para qué tanta historia, si al final los niños siempre terminan aprendiendo. La diferencia está en que con el "pa, pe, pi..." los niños pierden lo más valioso del proceso y acaso lo único importante: aprender a descubrir.
Los niños están preparados y te aguardan, maestro.



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