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sábado, 2 de junio de 2012

A LOS SETENTA AÑOS...

ÍNDICE GENERAL de "EL CULTURAL"


por Carlos A. Trevisi

Habiendo pasado los setenta creo que ha llegado la hora de dar por terminada la campaña. ¿Significa esto que me apoltronaré en un sillón de orejas a escribir máximas para mis hijos?
Pues no. Otra campaña me espera. La síntesis de todas las campañas. Esa en la que habrá que leer entre líneas para evaluar si he vivido o sólo estado de visita en este mundo.
Las sucesivas crisis que me tocaron vivir –las personales entre otras, casi siempre derivadas de aquellas que sobrevenían inesperadamente y me dejaban con el culo al aire-  y un espíritu inclaudicable por husmear aquí y allá me han dado la oportunidad de ver las cosas desde las cosas mismas. Si bien siempre ha habido una carga subjetiva intransferible, me he implicado de modo que mi propia existencia incidiera lo menos posible en aquello que se asomaba por las llanuras de mis primeros años, las incertidumbres de las escarpadas tierras de mi adolescencia, o las recelosas montañas de una adultez que no llegué nunca del todo a escalar, entre otras cosas, por falta de talento.
Esto no obstante alcancé a ver entre líneas más de un matiz que normalmente escapa a la simple percepción, y hasta al pensamiento y a la fragilidad de las reflexiones que, debo decir, sólo en algunos casos lograron transformarme en un ver-dadero estratega de la vida: apenas si llegué a conclusiones que, en esta última etapa –a coffin waiting for me round the corner- pareciera que comienzan a surgir atropellándose unas con otras not far from the wooden box. 

Permítaseme lo que sigue.

Es en la vejez  donde se juntan el tiempo y el espacio; cuando en un recodo del camino, un día cualquiera, comenzamos a deslizarnos hacia la nada.

Sonreiremos si nuestra vida ha sido más pródiga en actos que en testimonios; si acaudalamos vivencias ricas en afectos; si hemos tenido con quien compartir nuestros proyectos; si perduramos en aquellos que nos vieron; si hemos amado y nos hemos dejado amar; si hemos sido en los demás; si hemos llegado a ver semejanzas cuando nos aturdían las diferencias. Si hemos acompañado a los pobres; a los homosexuales; a los desgraciados.
Si hemos sido valientes para poner a los canallas en su lugar.

Lloraremos nuestra soledad si el egoísmo nos ha impedido el encuentro con aquellos cuyo valor no hemos reconocido; si hemos desperdiciado las o-portunidades para relacionarnos con quienes han puesto en acto sus vidas; si hemos sido ajenos al  quehacer de los  que  han descubierto que siempre se está a tiempo de encarar iniciativas para compartir con los demás. Y lloraremos por no haber sabido llegar a los necios ignorantes con quienes nos hemos topado a lo largo de nuestra existencia, los que ven todo en blanco y negro, los que tienen la dicha de no dudar; los que condenan; los que anudan razones desde la sinrazón de su ignorancia y las transforman en verdades.
Reflexionaremos acerca de los afectos perdidos y retornaremos a los lugares que nos han visto crecer.

Recordaremos a los viejos amigos que ya no están; los árboles que hemos plantado  para  que  otras gentes disfruten de su sombra; las cosas que hemos escrito; las batallas perdidas y las guerras ganadas. En fin, recordaremos todo aquello que se ha devorado el tiempo sin que pudiéramos evitarlo.


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