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domingo, 19 de agosto de 2012

LAS MALVINAS: UNA GUERRA INSÓLITA







LA GUERRA DE LAS MALVINAS


Por Carlos A. Trevisi

Para cuando Argentina desató la guerra contra Inglaterra para recuperación de las Malvinas, llevaba yo varios años dando clase  en el Colegio Militar. Conocedor del ambiente en el que nos movíamos poco era de esperarse de lo que se calificó como "aventura de los militares" que habían perdido el control del gobierno y del Proceso de Reorganización Nacional que habían implantado para "salvar" a la patria que  hacía agua por todos lados.
Pese a todo, el Ministro de Relaciones Exteriores inspiraba confianza. Era un tipo inteligente,  con un  un perfil serio.  Sus primeros argumentos justificaban la acción militar no ya desde los derechos que nos asistían como herederos de la Corona Española sino desde la situación imperante en el mundo que, entre otras cosas, no favorecía a la Thatcher, Primera Ministro Inglesa. Las Naciones Unidas, que finalmente castigaron la osadía de la Argentina,  entablaron largas conversaciones con con ambas partes en conflicto. El tiempo que duraban las conversaciones hacía todavía mas creíble que la acción emprendida no pareciera un disparate.
Para los que participábamos un poco más de cerca, según transcurrían los días, comenzamos a ver con cierto escepticismo la campaña de nuestras tropas. Por un lado la apresurada graduación de la promoción en curso para enviarlos a la guerra; por otro la suboficialidad del ejercito sin ninguna capacitación para la guerra -bastaba con ver su deplorable estado físico para darse cuenta- y las funciones que el ejército les asignaba -papeles administrativos- no alcanzaban a cubrir las exigencias del combate ni del apoyo logístico que exigía la contienda.

El primer impacto que recibí fue la despedida de la flota que hizo la Thatcher en Southampton. Manifestó entonces que  "No había nada que temer. Que el Reino Unido jamás había perdido una guerra en la hubiera participado".

En el Colegio Militar algunos coroneles de nuestro conocimiento -dictaban clase y nos veíamos a diario- invitaron a los profesores de mayor confianza a una reunión en la que quedó bien claro que  si la flota inglesa llegaba a la isla de Ascensión, la guerra estaba perdida.

La guerra se perdió.

Lo que vino  a continuación no fue peor porque pocas cosas pueden ser peor que la muerte de 1000 soldaditos argentinos, muchos de los cuales ni sabían dónde quedaban las Malvinas. Fue, sin embargo muy amargo.

Uno de los cadetes cuya promoción había sido adelantada me pidió por intermedio de su madre que fuera a verlo al Hospital Militar donde estaba internado, enyesada la mayor parte de su cuerpo por múltiples lesiones y heridas que lo tenían postrado Su  primera pregunta, no bien me vio fue "¿Sigue el Coronel Paladino al frente de la cátedra?" "Porque es un sinvergüenza que nos enseñó todo mal"... " Sus comentarios fueron terribles: desde que estuvo con su pelotón más de una semana a la espera de un armamento que llegó tardíamente hasta la heroica actitud de un soldadito correntino que apenas sabía leer y escribir que se quedó a su lado cuando fue herido por un morterazo del fuego enemigo pese a la orden que dio de que se replegaran para salvar sus vidas: "Usted ha sido un valiente y yo no lo puedo dejar solo"

Paladino era un coronel retirado que estaba a cargo  de una cátedra sobre táctica militar cuyos contenidos no habían servido de nada a sus cadetes. Este penoso hombre, cuando terminó la guerra, volvió a usar el uniforme de coronel que hacía años que no vestía, en homenaje y agradecimiento a los militares argentinos caídos en la contienda. Llegó a decir en la sala de profesores, alrededor de una mesa  donde nos reuníamos a tomar café, que el país caería  en la mayor de las desventuras porque los políticos, "ladrones e ignorantes, volverían a hacerse cargo de la "patria". 

Nadie dijo una sola palabra. Solo yo hablé. dirigiéndome a él le dije que no tenía ningún derecho a decir lo que acabada de decir porque era coronel de un ejército que había perdido la primera guerra de su historia por estar a cargo de incompetentes  que el había forjado;  que había llegado el momento de que se quitara un uniforme que manchaba con su indignidad; que no le permitía que dijera lo que había manifestado acerca de los políticos, y no porque fueran excelsos,  sino porque era lo que la ciudadanía quería, para bien o para mal, y no lo que quería una banda de prepotentes que actuaba en nombre de la gente sin ningún derecho a hacerlo y, finalmente, que le recordaba, o le hacía saber, mejor,  que el Colegio Militar se  llama "de la Nación" y no "de los militares" como para que se lo hubieran apoderado impunemente. 

Según yo iba diciendo lo que acaba de leer los militares y profesores que nos rodeaban se fueron dispersando de a poco hasta que alrededor de la mesa quedamos solo él y yo.

Muchas más cosas pasaron. Entre ellas que el Jefe de Cuerpo me convocó a su despacho para recordarme que yo no podía participar en  política -un "sticker" del "MID" pegado en el coche me "denunciaba"- porque jamás un profesor del Colegio Militar lo había hecho", a lo que contesté que podía excluirse de la taxonomía a varios que siendo profesores ejercían cargos políticos "en este mismo momento que estamos hablando", tras lo cual me levanté y me fui de su despacho.

No mucho tiempo después, ante una denuncia formulada por un cadete de 4º año de caballería fui separado de mis cátedras y  expedientado. Solo les hice ver el disparate de que se les hubiera facilitado un video en el que se veía una fiesta en el Casino de Oficiales con un esplendor más digno de la época de Sissi que de un país que estaba en ruinas. 

Llevaba para entonces 21 años como profesor. No es que lo esperara, pero no dejó de dolerme que ningún colega me diera un apretón de manos o simplemente me hablara por teléfono para decirme que lamentaba lo sucedido. ** 

Nota

* MID: Movimiento de integración (social )  y desarrollo (económico) que conducía el Dr. Arturo Frondizi, ex presidente de la Argentina derrocado por los militares en 1962

** En "In memoriam Ejército Argentino" hago referencia a la decadencia del ejército a lo largo del tiempo que me cupo trabajar como profesor en el Colegio Militar. Biblos, 1991 ISBN 950 9316-99-7 (Agotado), Argentina.
Digo en él: "El Ejército Argentino fue concebido a partir de un estado de necesidad nacional que abarcaba desde el desarrollo económico hasta la integración de los sectores sociales que habrían de consolidar nuestra existencia soberana.
Ocupó territorialmente el país  sin dar pruebas de la misión que le cabía. Honrosas excepciones –Mosconi, Savio- confirman el aserto. Sometido por la clase dominante, se constituyó en el brazo armado  de sus intereses, asumiendo roles protagónicos  que no le competían.
La lucha antisubversiva, condenada por la CONADEP en su informe NUNCA MÁS , que revela crímenes atroces, y la no menos atroz Guerra de las Malvinas, marcan la culminación de su decadencia; tristemente el 9 de julio, en Tucumán , el pueblo argentino asistió a su funeral: un desfile precedido por el pabellón nacional, donde alternaban soldados y odaliscas [...]"


 La Guerra de las Malvinas

Aspectos Geográficos
Las Islas Malvinas forman parte de un Archipiélago en el Océano Atlántico Sur. Tienen una superficie de 11.718 km² con una cantidad de habitantes que asciende a aproximadamente a 2.000 personas permanentes
Aspectos Históricos
Una de las hipótesis que se manejan es que las islas fueron descubiertas por los españoles. Esteban Gómez, desertor del buque San Antonio, había desertado y descubierto las islas en el año 1520. Lo prueba la cartografía de la época: Cartas Náuticas de Reinel (1522-23), de Diego de Ribero (1529) y de Agnese (1536-45). Las islas aparecen con el nombre de "San Son" , "Sansón" o "San Antón", y también islas "De los Patos". En 1590, las islas figuran en los planos de navegación de españoles e italianos.
Introducción a la Guerra
El enfrentamiento entre Argentina y Gran Bretaña se inicia a partir de las actividades empresarias de un argentino, Constantino Davidoff. Su actividad principal eran los negocios relacionados con la chatarra. En el mes de Septiembre de 1979 firmó en Londres un contrato con la empresa Christian Salvensen de Edimburgo, adquiriendo las instalaciones balleneras abandonadas en las islas Georgias, a un valor inferior a los u$s 200.000.
El desembarco
El día 28 de Marzo algunas naves habían zarpado desde Puerto Belgrano a mando del Contraalmirante D. Walter O. Allara con 800 infantes de marina. Esta Fuerza estaba integrada por los siguientes componentes: [...]



       Trigésimo aniversario de la Guerra de las Malvinas:




La usurpación británica en las islas Malvinas cumplió 179 años

Por: Emilio Marín (LA ARENA)


Inquietud por la nueva actitud de Argentina ante las Malvinas, SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ

EE UU indagó si los militares debatían hacer algo ante la búsqueda de petróleo por los británicos

Malvinas y Antártida

Gran Bretaña presentó la ampliación sobre Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur



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sábado, 11 de agosto de 2012

PLAN BOLONIA: ¿HACIA DÓNDE VAMOS?






por Carlos Á Trevisi (12-2008)

 

El desprestigio de la política y de los políticos se debe casi exclusivamente al hecho de que el sistema que impulsa a la acción no se corresponde con la realidad. Es tal la rapidez con que se precipitan los acontecimientos que no hay tiempo para hurgar en los planos ocultos de la realidad, que exigen  una profunda reflexión que abarque la mayor cantidad  posible de variables  (y vaya esto en el mejor de los casos, que si hilamos fino…). De ahí que seguramente haya caído en desuso aquello de que la educación es demasiado importante para quedar en manos de los maestros.

 

Un programa de televisión que aborda distintos temas de actualidad presentó a cuatro políticos representantes de otros tantos partidos a debatir sobre el tema Bolonia. Hubo coincidencias respecto de las nuevas posibilidades que se brindan a los estudiantes (asistir libremente a cualquier universidad europea -comenzando la carrera en un país y terminando en otro, por ejemplo); se habló de la existencia de antiguos planes aún en vigencia que autorizan alternancias parecidas pero que no satisfacen tan integralmente sus aspiraciones (Erasmus), etc.

 

Un tema, sin embargo, nada “light”, en el que coincidieron todos -una profesora universitaria del PSOE y uno de igual ocupación del PP, en los que primaba su condición de políticos- , habría exigido una reflexión más profunda y marcado con claridad las diferencias entre ambos.
Se trataba de reivindicar una necesidad que ya la universidad argentina de la década del sesenta había puesto en marcha: insertar la Universidad  en la sociedad favoreciendo estudios que sirvieran a los intereses de las empresas de modo que a través de la especialización no sólo se encontrara una salida laboral a los estudiantes, sino que las empresas contaran con gente que por "pertenecer" al medio se consustanciaría mejor.
Con todo que es de dudosa importancia lo que manifestaron, en fin, podría aceptarse como marco. Lo grave fue que no supieron explicar -pese a que se planteó el asunto- qué pasaría con las carreras de humanidades a las que, poco más o menos,  se las invitaba a seguir adelante como en la actualidad, no sin antes dejar en claro que habría carreras que desaparecerían porque la misma demanda de los estudiantes, aún hoy, día va dejando desiertas más de una de ellas; o que los tales profesores de la tertulia (¿políticos?) no dieran razones de fondo para plantear objetivamente las reservas que exige una adhesión a Bolonia .
Esto de restar importancia a las humanidades no es achacable al sistema universitario, que tiene su atraso –las universidades españolas son paquidérmicas y con esa “agilidad” no es extraño que no figure ninguna de ellas entre las cien mejores universidades del mundo- sino mas bien al desborde social propio de un país que en treinta años se ha enriquecido de tal modo que sus jóvenes han perdido el rumbo hacia el conocimiento y se han dedicado a hacer dinero. Si hoy día deserta uno de cada tres universitarios no será porque la universidad no funciona sino porque nuestros jóvenes viven una vida  despreocupada  de los valores que tendrían que alimentar su voluntad y su inteligencia (de ahí entre otras cosas que las mujeres, no imbuidas aún de esa necesidad de hacer dinero,  hayan copado el “mercado” universitario y cuantitativamente superen a los varones en número de graduados). Tampoco es de descartar que las PYMES, que representan el 80 % del PIB español estén en manos de gente lista pero sin preparación, que ha sabido encausarlas en épocas de bonanza aunque sin la vitalidad necesaria para la  prospección de un devenir no muy lejano. El hecho es que tales escaseces no las autorizan a participar de los cambios tan profundos que se están operando si no encaran una reforma  productiva que no saben cómo llevar a cabo y para la cual, por temor a perder el control de su “creación”,  excepcionalmente buscarían ayuda profesional universitaria.
Así, la demanda de universitarios quedaría en el ámbito de ese 20 % restante que representan las grandes empresas transnacionalizadas, que contratarían  a sus ejecutivos junior allá donde se instalaran. En este punto se podría asegurar, sin un gran margen de error, que difícilmente contraten españolitos   hasta que no asumamos que una de las más terribles fallas de su formación radica en que no saben inglés, detalle al que no se aludió en ningún momento y que tiene tela para cortar, porque, entre otras cosas, sólo los colegios privados imparten un buen nivel de lengua inglesa.
La universidad no es sólo para aprender medicina, química o derecho. Le cabe la obligación de ofrecer una educación epistemológica para crear universos  reflexivos  que apunten al saber antes bien que a cómo fabricar un tornillo o administrar una empresa. La postura que sostenían los profesores invitados al programa era la de condicionar esos saberes a las necesidades de la empresa que, eventualmente, hasta  “subvencionarían” carreras. Así, se me ocurre con mordacidad,  habría estudios superiores en tornillos, válvulas de coches, ordenadores, teléfonos móviles… pero difícilmente facultades de ciencias sociales.
Las sucesivas circunstancias que han empujado al mundo a esta nueva catástrofe económico-financiera que estamos viviendo exige ir a las fuentes, porque no es cuestión de que no sepamos defendernos ante tamaño atropello. La estafa por 50 mil millones de dólares que perpetró Madoff en EE.UU. es operativamente tan antigua que mete miedo. Eso de la “pirámide” lo hace cualquier Manolito como el amiguito de Mafalda. Y nadie se dio cuenta (¿nadie?) ¿Cómo es posible que ese canalla prometiera un 100% de interés a tres meses de realizada la inversión? ¿Sabrán estos profesores invitados al programa que los paraísos fiscales guardan 3 billones de dólares -3 billones, con 12 ceros- de dinero negro que no tributa y que baja, según las circunstancias, (drogas, armamentismo) aquí o acullá para seguir acumulando más millones y millones? 
Las empresas ya no tienen ni autonomía económica ni financiera. Los bancos son sus  socios principales y , en su legítima búsqueda por ganar dinero (porque es legítima, mal que nos pese) son ellos los que eligen los productos que necesita el mercado: cómo tienen que ser (o no ser), cuándo deben aparecer (y cuándo desaparecer); dónde tienen que comercializarse (y dónde no); a qué precios, y demás. Se acabó la época en que Henry Ford levantaba una fábrica de autos sin contar para nada con los bancos, a los que jamás pidió un dólar prestado. Hoy día para conseguir un crédito lo que le importa al banco es que el proyecto satisfaga sus intereses;   si no fuera así no hay crédito y, consecuentemente, no hay producto. El paradigma de esta miseria son las empresas farmacéuticas (os ruego visitéis “La salud no es un derecho” en http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/articulosdeopinion/poli6b.htm) y las patentes  que resguardan sus derechos exclusivos.
La gravedad de esto radica en el hecho de que esta complacencia con Bolonia en los términos actuales de aplicación puede perjudicar seriamente a la universidad pública, privando a la sociedad, a la que pretende defender, de valores esenciales que únicamente aquella puede brindar: nadie “monta” una universidad con la mira puesta en la sociedad y, aún si así fuera, llegado el momento, sus circunstancias financieras y necesidad de supervivencia tirarían por la borda sus mejores intenciones.
Todo indica que el afán por “pertenecer”  nos arroja en manos de Bolonia sin haber lavado la ropa sucia antes. Hay estadios que no se pueden saltar, a menos que aspiremos a una universidad “coca-cola”, en la que el envase vale más que el contenido.

Plan Bolonia
http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/bolonia.htm

(ver: Tanto plan Bolonia para esto A. AUNIÓNEl sueño del espacio europeo de universidades para competir con EE UU y Asia se atasca por los recortes
Pegado de <http://elpais.com/>



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